El cambio rotundo de Virginia Lago
Edición Impresa | 7 de Marzo de 2017 | 04:55

No quedan dudas de su calidad interpretativa, de hecho, por sus variadas experiencias en los diferentes formatos, muchos consideran a Virginia Lago una “señora actriz”, de esas que no abundan.
Después de varias temporadas alejada de la ficción, en el que se repartió su tiempo entre el teatro y su rol como presentadora de “Historias del corazón” para Telefé, Lago regresó este año a la pantalla chica y lo hizo de la mano de un papel de villana que causa furor en las redes sociales.
Su Myriam Cohen de Kaplan provoca sensación entre los fans de “Amar después de amar”, al punto que ya ha cosechado algunos clubes de fans que se retroalimentan desde las plataformas virtuales.
A los 68 años, Myriam es la madre de Damián Kaplan (Federico Amador), su único hijo. Madre adulta, viuda joven, se aferró a Damián en forma enfermiza. No se resigna a haberlo perdido en manos de su nuera, Raquel (Isabel Macedo), a quien considera una tilinga que sólo busca la fortuna familiar. El matrimonio le dio dos nietos, los mellizos Mía y Federico. No se puede decir que no los quiera, pero es una abuela fría y manipuladora.
Su marido difunto, Elías Kaplan, fue el fundador de la empresa pesquera Neptuno, hoy un imperio que controlan Damián, su primo hermano Andrés Kaplan (Gastón Ricaud) y la propia Myriam. Andrés es el sobrino favorito de Myriam, su debilidad. Joven soltero, mujeriego y comprador, Andrés presta a Myriam toda la atención que su propio hijo casado no puede darle.
De lunes a jueves, en el prime time, Myriam aparece en acción. Siempre impecable, y casi sin sonrisas, con un peinado que en general no gusta demasiado entre los tuiteros, arguye siniestros planes para sacarse de encima a Raquel y a Santiago (Mariano Martínez), la “zzzzzorra esa y el mono ese”, como les dice ella, con su tono maligno… mientras llora a su hijo que lucha por vivir internado en coma después de un confuso accidente que protagonizó junto a su amante, Carolina Fazio (Eleonora Wexler), quien apareció muerta tras varios días desaparecida.
Cada vez que Myriam entra en escena, en Twitter los analistas del segundo a segundo opinan sobre su participación. Están, claro, los que dicen que extrañan a la dulce señora de las tardes de Telefé, incluso, los que añoran sus tecitos y cartitas, y están los que aseguran, sin medias tintas, que preferirían “mudarse de planeta” antes de ser adjudicados con “una suegra como esa”.
Una suegra que no dudó mucho en enviarle un regalo a su nuera apenas estallada la bomba del accidente y la la infidelidad: una caja llena de recuerdos amorosos de su hijo y su amante, entiéndase, fotos, cartitas de amor y tickets de hoteles alojamiento… sólo para retorcerle la espina clavada.
Los matecitos que tan amablemente ofrecía del otro lado de la cámara en su exitoso envío de las tardes del canal de las pelotitas -un proyecto por el que se ganó el cariño de los más jóvenes, quienes le realizaron innumerables parodias en YouTube- ahora se transformaron en amenazas de la talla de “Me las vas a pagar”. ¡Y cómo! Ni hablar del tono pausado y pacífico con el que leía las cartitas de los espectadores…
No es la primera vez que Virginia Lago interpreta a la “mala” de la novela. Sus primeros signos de maldad, por caso, se vieron años atrás en ciclos como “Mujeres de nadie” (El Trece) y “Caín y Abel” (Telefé), por citar algunos ejemplos. Pero esta Myriam Cohen de Kaplan, quizás por la proximidad o quizás por su composición -dijo que se había basado en alguien aunque no quiso decir en quién-, entra con fuerza en los hogares cada noche.
Ella, según contó, está feliz con este papel. “Me encanta hacer de mala, me divierte”, aseguró, y confesó que después de grabar escenas en las que dice “cosas horribles” a sus compañeros, les pide perdón.
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