"Los malos me encantan”

El actor afirma que tras cinco décadas en el medio busca nuevos desafíos actorales, y uno es interpretar a los villanos porque “soy demasiado bueno” y “me gusta vivir las vidas de tipos inimaginables”

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Con todo demostrado en su carrera de actor, Ricardo Darín defiende que siempre hay que estar activo, en movimiento, y, sobre todo, romper con lo establecido: “Hay que cachetearse un poco, hay que darse un par de hostias para salir de la situación de confort, no es muy creativo el confort”.

Eso es lo que busca en sus últimos proyectos: retarse a sí mismo y encontrar nuevos desafíos, como hiciera en su papel en “Nieve negra”, donde retrata a un monstruo que él considera el héroe de la historia, un hombre hosco, aislado y a ratos inhumano frente a la sensibilidad que muestra su hermano en la ficción, interpretado por Leonardo Sbaraglia.

“Los malos me encantan, los villanos me encantan”, afirma entusiasmado Darín, para quien su trabajo es “permitirse el atrevimiento de fantasear con vivir otras vidas”.

“Me gusta vivir las vidas de tipos que para mí son inimaginables, yo soy demasiado bueno, entonces necesito hacer de malo”, agrega entre risas antes de reconocer que hay que cambiar: “Llega un momento en que uno, de la misma forma en que el público se cansa de que uno haga personajes similares, también se cansa, hay que buscar un poco de diversificación para encontrarle el caldo”.

SOBRE TABLAS

Durante sus cinco décadas de carrera -debutó en el teatro con solo 10 años y acaba de cumplir 60- Darín ha alternado sin descanso el cine con la televisión y las tablas y escoge sin dudar el teatro como el medio ideal de expresión para un actor. Ahora, presenta en el teatro durante ocho semanas “Escenas de una vida conyugal”, junto a Erica Rivas, que llevará luego a los escenarios teatrales españoles.

“Es incomparable lo que ocurre entre dos colegas sobre un escenario lidiando con un acontecimiento fuera de pronóstico”, explica el protagonista de “Nueve reinas”, “El secreto de sus ojos” o “Truman”.

Darín considera que “el cine no es de los actores, es del director, del editor y de tantísimos aspectos altamente creativos y técnicos”, mientras que en el teatro “cuando se abre el telón ni el director figura”.

“Estás solo, no te salva ni tu madre, eso es lo que tiene de vertiginoso y de peligroso, de adrenalínico, no se parece a nada, la devolución es inmediata, no hay comparación”, afirma con pasión.

EN EL CINE

No es menor la que siente por el cine. “Las historias cinematográficas te permiten viajar lejos, en el amplio sentido del término, no solo para darnos a conocer y dar a conocer la historia, sino que después puedes ir a esos lugares a hacer teatro”, explica entre carcajadas.

Aunque al final, opina, lo que le importa es la historia. “Lo que verdaderamente me puede tener dentro o no de un proyecto es la historia, si la historia me va, puedo considerar todo lo demás, pero primero es la historia, el cuento, de qué se trata, qué me quieren contar”, señala.

También ayuda el poder “visualizar un personaje con entusiasmo”, algo que no le falta al actor, que saca punta a todo y principalmente a sí mismo. “No sé cómo la gente no me va abofeteando por la calle de aburrimiento”, dice Darín y gesticula de forma exagerada: “¡Otra vez vos, ta ta!”, exclama simulando bofetadas.

Y asegura que está cansado de tener las historias enteras sobre sus espaldas. “No se puede estar tanto tiempo en pantalla, es desgastante”.

Esa fue una de las razones por las que eligió interpretar el personaje secundario, el de Salvador, y no a Marcos, que acabó en manos de Sbaraglia y que era el papel que le había ofrecido en un primer momento Martín Hodara, director de “Nieve Negra”, de exitoso paso por las salas locales en 2016.

“Llega un momento en que uno, de la misma forma en que el público se cansa de que uno haga personajes similares, también se cansa, hay que buscar un poco de diversificación para encontrarle el caldo”

“Los malos me encantan, los villanos me encantan”, afirma entusiasmado Darín, para quien su trabajo es “permitirse el atrevimiento de fantasear con vivir otras vidas”

 

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