Túnez: el Mediterráneo y el desierto en un contraste magnífico y exótico
Edición Impresa | 16 de Abril de 2017 | 08:42

Túnez es un país de un tamaño poco mayor a Nicaragua, y con el 40 por ciento de su territorio desértico; está ubicado en la costa mediterránea del norte de África, limitando con Argelia al oeste y Libia al sureste. Es el más pequeño del Magreb, con una población que ronda los once millones de habitantes, en su mayoría islámicos, y es una nación conservadora pero a la vez moderna, tolerante y “europea”.
Túnez actualmente tiene la capacidad de hacer sentir al viajero cómo pueden congeniar las diferentes tendencias y religiones que conviven con la musulmana, como la judía y cristiana.
Antigua colonia francesa, que fue desocupada totalmente el 15 de octubre de 1963, fue monarquía hasta 1967, y la “modernización” empezó con el presidente Habib Burguiba, que gobernó desde 1957 hasta 1975.
Su magnífico clima mediterráneo, con una temperatura media anual de 20 grados centígrados, su amplia costa y paisajes poblados de olivos hace de este lugar un magnífico destino turístico
Después de una sucesión de gobiernos de distinto corte el 17 de diciembre del 2010, en la ciudad de Túnez, un vendedor ambulante, Mohamed Bouaziz, fue despojado de su mercancía por la policía y, en respuesta se inmoló. A partir de entonces miles de tunecinos se rebelaron contra su forma de vida y condiciones políticas, que acabaron con el régimen, dando paso a su actual democracia.
Túnez desea abrirse a Occidentes como uno de los destinos turísticos más completos, con una amplia oferta que empieza por su envidiable clima, a la que se suma sus playas, una gastronomía de base árabe, pero con mezcla de diferentes culturas, su historia y su exotismo, capaz de combinar la riqueza del Mediterráneo con los contrastes del desierto.
En 2016 casi seis millones de turistas visitaron Túnez, cifra que aspiran a subir a los once millones en los próximos años buscando también el apoyo de la Organización Mundial del Turismo, ya que este sector representa para los tunecinos el 7 por ciento del PIB en general y en algunos de sus puntos geográficos de hasta el 80 por ciento.
ATRACTIVOS
Una buena recorrida por el país puede comenzar por la isla de Djerba (Yerba), ya cantada por Ulises, que está separada del continente por muy pocos kilómetros, que se cruzan en un transbordador en unos minutos.
Allí se encuentra su bella sinagoga La Ghriba, que supuestamente contiene restos del templo de Jerusalén y que data del año 586 a. de C., una las principales señas de identidad de los judíos.
Después se puede ir hacia Gallela, Chenini, Tataouine y Matmata, la puerta del Sáhara, visitando por el camino poblados bereberes y algunos parajes que sirvieron de escenario para películas como “Star Wars”.
Su magnífico clima mediterráneo, con una temperatura media anual de 20 grados centígrados, su amplia costa y paisajes poblados de olivos hace de este lugar un magnífico destino turístico.
CARTAGO
Imprescindiblemente es visitar Cartago, a unos 17 kilómetros de la ciudad de Túnez -capital del país-, con sus ruinas arqueológicas y su historia milenaria.
Cartago fue fundada en el siglo. VIII a.C por los fenicios de Tiro y después destruida por los romanos tras su victoria en las guerras púnicas en el siglo II a.C., pasando después a administrarla como la provincia romana de África, que se convirtió en uno de los graneros de Roma.
museo del bardo
Creado en 1882 en el lugar residencial de los sultanes y más tarde de los beys (monarcas), el Museo Nacional del Bardo está instalado a las afueras de Túnez.
En él se exhibe la historia del país, con su cruce de las diferentes culturas que fueron pasando a lo largo de los milenios.
Esta obra arquitectónica huseinita del siglo XIX, inaugurado en 1888, es un lugar de visita ineludible para el conocimiento de la historia del país, guardados en sus diferentes pisos.
Sus circuitos de visita, que arrancan en su gran vestíbulo, realzado por el mosaico monumental del triunfo de Neptuno, están basados en criterios cronológicos y temáticos regidos por una escenografía moderna.
Posee, entre otras, la colección de mosaicos más importante del mundo, con el emblemático retrato de Virgilio con versos de la Eneida, que es la única imagen conocida del gran poeta romano.
Este museo saltó a las portadas de la prensa mundial el 18 de marzo del 2015, tras un atentado perpetrado por terroristas del Estado Islámico, que reivindicó la autoría. Diez banderas de los diferentes países de los fallecidos y una placa presiden el vestíbulo en memoria de las víctimas.
LA MEDINA
Pero para comprender y disfrutar de la capital tunecina hay que visitarla despacio y “perderse” en su magnífica medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en pleno centro de la ciudad.
Con múltiples callejuelas, olores, colores y bullicio sinfín, en ella se puede comprar y regatear sin descanso su famosa marroquinería y filigrana de plata, adquirible en refinadas joyerías y en modestos talleres artesanos.
Pero también se puede disfrutar de ella simplemente caminando por sus calles mientras se van quedando atrás mezquitas, palacios, madrazas y voces en múltiples idiomas como sonido de fondo, mientras observamos una seguridad poco perceptible, que vigila estratégicamente el gentío.
Las autoridades turísticas del país son conscientes del esfuerzo que tienen que seguir haciendo para recuperar la confianza del turismo mundial a través de una mayor especialización, una mayor dotación de hoteles, un mejor cuidado del medio ambiente, más vías de comunicación y ofertas a través de agencias de viajes que se impliquen en el amplio proyecto.
Ese es el envoltorio. El interior está avalado por su belleza natural, clima mediterráneo, gastronomía, historia y el encanto de sus gentes.
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