El artista estonio con una vida de película que duerme en una peluquería de City Bell

Pintor de renombre, llegó en 2012 para hacer esculturas en la Catedral. Quedó en la calle y lo rescató un peluquero amigo

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En 2012 la historia de Segey Spivak Laurson, el artista plástico de Estonia que llegó a la Ciudad para hacer esculturas de la Catedral, conmovía a los platenses. Pese a haber intervenido el templo local y en la restauración de importantes iglesias y museos del mundo, estaba en situación de calle, aunque eso tomó estado público y llegó la ayuda. Ahora, está nuevamente sin nada.

Segey es un artista de trayectoria y la tiene documentada en un álbum en el que guarda fotos de sus pinturas, como el retrato que hizo de los reyes de Marruecos cuando en 1990 lo invitó el Rey Hassan II.

A la Argentina llegó invitado por un sacerdote para que participara de las obras de completamiento de la Catedral platense. Sin embargo, por distintos vaivenes personales, terminó en la calle hasta que el parador nocturno Sumando Voluntades le dio un lugar donde dormir y logró que se reinsertara como profesor de un taller de plástica, en el Centro Cultural Malvinas.

También se puso de novio y le prestaron una casa, pero hace unas semanas esa propiedad se vendió y volvió a vivir en la calle. Ahora, un peluquero de City Bell que lo conoce de hace años, lo rescató de esa situación.

Todo podría ser parte del argumento de una película, pero es la vida de un hombre que tras cada caída afirma: “Quiero vivir en Argentina para seguir pintando sus paisajes”.

“Este, muy bueno país”, asegura en la peluquería, su nuevo refugio desde hace una semana cuando le pidieron que abandonara la casa de 118 y 36 que le prestaban.

Segey nació el 15 de enero de 1958 en los campos de trabajo forzado de la ciudad rusa de Vorkutá, la república báltica está situada en el norte de Europa. En la década de los 70 se formó en la Academia Imperial de las Artes, luego en la Facultad de Escultura; entre 1981-1985 estudió en la Escuela de Diseño Publicitario y formó parte del Departamento de Restauración de piezas artísticas en la Academia de Arte de San Petersburgo.

“Quiero vivir en Argentina para seguir pintando sus paisajes”

Trabajó en la restauración del Museo Histórico de Estonia - república báltica situada en el norte de Europa - y para la Iglesia católica en ese país.

Además hizo intervenciones de restauración en el Museo del Hermitage y decenas de trabajos en distintos países asiáticos. Se desempeñó como maestro en la Escuela Bíblica Dominical e Historia del Arte y en la Escuela Protestante Americana y la iglesia Ortodoxa Rusa lo contrató para pintar y restaurar iconos. Por los mismos años la Iglesia católica lo contrató para realizar algunas pinturas en Francia.

Entre 1978 y 1992 se vio obligado a pelear en la Guerra de Afganistán y sufrió heridas y la pérdida casi completa de la audición.

En 1997, recomendado por un sacerdote, llegó a la Argentina y se instaló en la ciudad de La Plata para trabajar en el completamiento de la Catedral. Pero el trabajo se terminó y un día Segey se descubrió sin un centavo y durmiendo en la calle hasta que el parador nocturno Sumando Voluntades le dio albergue y lo ayudó a reinsertarse laboralmente.

“En la anterior gestión Segey recibía un plan por dar cursos de pintura en el Centro Cultural Malvinas, pero desde que asumió el nuevo intendente se quedó sin eso; él quiere volver a trabajar como profesor y vender sus cuadros”, contó Gabriel Valenzuela, el dueño de la peluquería y amigo que está asistiendo al artista.

BUSCA TRABAJO

En un castellano entreverado Segey aseguró que al buscar trabajo muchos le dicen “mañana, mañana”, pero está convencido de que “en Argentina no son todos canallas, hay viejos amigos como El Chino”, como llama a Valenzuela.

Mientras deja en claro que no quiere pintar “trucherías”, el estonio toma un cuadro del faro que pintó en Ushuaia en el que se divisan las montañas de Chile.

“Yo tomaba mate en Argentina, mientras miraba el lado chileno, este es un hermoso país para pintar”, recordó el artista que sigue produciendo obras y es protagonista de un documental que un vecino de City Bell filma sobre su vida.

 

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