En un comercio de Altos de San Lorenzo, desfiguraron a culatazos a un peluquero

Fue sobre el final de la tarde del miércoles en 22 entre 80 y 81. Al hombre le dieron más de 10 puntos

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Para dar una cabal idea de lo que fue el sangriento asalto sufrido en su local por un peluquero del barrio Altos de San Lorenzo, casi al finalizar la tarde del miércoles, bastaría con reproducir sólo una de sus frases vertidas durante la nota que ayer le concedió en su casa a este diario:

“Los delincuentes eran dos, pero el que tenía el arma de fuego me pegó culatazos en la cabeza durante casi 10 minutos. Ensangrentado y mareado, llegué a pensar que además me iba a pegar un tiro. Pero tuve suerte”, confesó con amargura Roberto Gómez (58), la víctima.

El brutal ataque ocurrió cerca de las 19.15 en el negocio que Gómez tiene al lado de su vivienda, en la calle 22 entre 80 y 81.

Y al margen de perder una magra suma de la recaudación del día y, de tener que forcejear con uno de ellos para evitar que le sustrajeran también una máquina para cortar cabello, el comerciante terminó en un centro asistencial, maltrecho.

LAS CONSECUENCIAS

Fue en el hospital San Martín, donde le dieron “entre 10 y 12 puntos de sutura” -según indicó- por los cortes que le provocaron los golpes en su cabeza, donde luce ahora un enorme vendaje.

También su rostro muestra una notoria inflamación en los pómulos, ya que el delincuente sostuvo la agresión al darse cuenta que “sólo tenía 200 pesos para darle”, indicó el comerciante.

Gómez aludió a su vez que “como pude sacarles la máquina de cortar el pelo, que si la tenía que comprar nueva me iba a salir unos 3.500 pesos, de la bronca, me rompieron el espejo que uso para los clientes y que mide 1,30 por 1 metro de alto”.

“No paraba de pegarme culatazos en la cara y en la cabeza, llegué a decirle basta flaco. ¿Qué más querés? Pero estaba como enceguecido y seguía golpeándome una y otra vez”, recordó.

El peluquero citó además que “el cómplice, mientras me sujetaba de las manos, entró al local cuando el otro lo llamó para que viera como había quedado el corte. Son personas que no tienen sensibilidad”.

En medio de ese cuadro de salvajismo y violencia, el momento de mayor tensión fue cuando el mismo asaltante llegó a apoyarle su arma de fuego en la frente.

“En ese instante pensé que iba a dispararme. Fue terrible. Por suerte no lo hizo. Ahora creo que su propósito fue únicamente el de hacerme pasar por esa situación, de asustarme”, reflexionó el peluquero.

Por otra parte, estimó que los delincuentes “tendrían entre 20 y 22 años”, al tiempo que aportó su fisonomía: “Eran morochos y actuaron a cara descubierta”.

A decir del damnificado, los ladrones escaparon del lugar a la carrera. Y cuando él salió todo ensangrentado a la vereda, para pedir ayuda, lo escuchó un policía que vive en la zona.

“Alcancé a ver que corrió a los delincuentes varios metros, aunque no sé después qué pasó. Y todavía no pude hablar con él tampoco, porque estoy con mareos, dolorido y no es conveniente que salga así de casa”, consignó Gómez, mientras su esposa escuchaba atentamente su relato y con la misma preocupación por lo sucedido.

Gómez, con un fuerte vendaje cubriendo su cabeza y por momentos con temblores en todo el cuerpo, hizo saber que “incluso llené de sangre dos toallas tapándome la cabeza”.

Hasta que “vino personal policial, al que le conté lo sucedido y, ante la importante demora que tenía la ambulancia, me cargó en un patrullero y me trasladó hasta el hospital San Martín”, explicó.

Al mismo tiempo, destacó que “esos policías se quedaron conmigo mientras me atendían en el hospital. Y hasta luego me llevaron hasta mi casa. Se portaron muy bien”.

El peluquero todavía no puede atender su peluquería y sigue con analgésicos y antiinflamatorios. ¿Los delincuentes? “Aún Libres”, se lamentó Gómez.

 

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