Vivas tuvo su momento de furia y, el equipo, una mejoría

La imagen de Nelson Vivas rompiéndose la camiseta al irse de la cancha, expulsado, fue una de las postales de la fecha. Sin dudas. No se recuerda en el pasado inmediato una reacción así de un protagonista, sea cual fuere el motivo de su salida. El técnico albirrojo tuvo un momento de furia que terminó de la manera menos pensada. Insólita: como Charly Berlocq cuando gana un partido de Copa Davis, pero al revés.

Primero se rompió el botón más alto de su camisa blanca y luego se arrancó todos los demás. Con la prenda colgando de sus mangas, se la sacó, pateó un micrófono de la televisión y se metió en la zona de vestuarios, insultando a los cuatro vientos. Como se dice en la calle, le saltó la térmica.

¿Por qué se puso así el técnico Pincha? Porque entendió injusta su expulsión, a instancias del asistente Cristian Navarro, a quien le reclamó por la infracción de Agustín Rossi a Juan Cavallaro a los 26 minutos del primer tiempo. Desde afuera pareció penal y ese fue su reclamo, elevado de tono por cierto. Navarro le avisó a Silvio Trucco del insulto y éste lo expulsó. Lo que pasó a continuación fue un arrebato de furia pocas veces visto en el fútbol argentino.

Nelson Vivas es una persona visceral pero moderada y de pocos gestos. Desde aquel episodio en Quilmes, cuando siendo técnico golpeó a un plateísta cansado de sus insultos, se mostró sereno y reflexivo. Ni siquiera en aquella bochornosa noche en Mar del Plata (la pelea de los jugadores en un clásico de verano) reaccionó como ayer.

En conferencia de prensa mostró su arrepentimiento y pidió disculpas. Muy bien por él, porque es de valiente hacerlo delante de los micrófonos. Pero de alguna manera lo justificó, contando que no habían sido fáciles los días vividos por el plantel después de la derrota en Colombia. Y entonces desde ese lugar trató de entender una reacción anormal que difícilmente vuelva a repetir.

EL EQUIPO MOSTRO OTRA CARA

La tensión de Vivas y ese momento de furia representa el clima interno del plantel por todo lo que se está jugando. Muy comprometido en la Copa Libertadores y con un futuro complejo para cerrar el torneo dentro de los cinco primeros equipos, el Pincha jugó con mucho nervio.

A diferencia de lo que suele suceder cuando ocurren estas cosas, anoche los nervios le dieron un impulso al equipo. Estudiantes fue otro, no se pareció en nada al del martes, cuando fue superado en todos los sectores de la cancha por Atlético Nacional. Tuvo corazón, marca y algo de juego.

Es destacable porque enfrente tuvo al mejor equipo de Argentina, que marcha puntero y que seguramente salga campeón a fin de torneo. Lo controló y salvó en el último minuto cuando Mariano Andújar se mandó la macana más grande de su carrera, nunca pasó sobresaltos.

No mereció ganar, pero casi... Estudiantes tuvo las mejores aproximaciones, sobre todo en el segundo tiempo. La más clara fue la contra que encabezó Lucas Rodríguez, que si la hubiese cedido a su compañero podría haber terminado en gol; pero prefirió la individual.

Bien Ascacibar en el medio, correctos los centrales y muy bien ambos laterales. Le sentó bien el 4-2-3-1 y recuperó la imagen de equipo sólido y combativo. Sumó un punto que hoy no parece ser mucho, pero al final del torneo podría tener otro sabor. Deberá tener paciencia y esperar que se termine este seguidilla tan pesada.

La ira del entrenador se reflejó en cada uno de los jugadores, que metieron como leones y no se dejaron pasar por delante por un rival que juega bien y, de mitad de cancha para adelante, tiene más potencial que todos los equipos juntos. Empató y si bien no mejoró matemáticamente su lugar en la tabla, al menos recuperó su ADN. Y esa, seguramente, sea la mejor noticia de la noche. Lo de Nelson Vivas, un episodio para olvidar pronto.