La música platense despide a Carlos Sampedro, un maestro del violín que hizo escuela
Edición Impresa | 18 de Junio de 2017 | 03:02

Virtuoso violinista que supo cautivar en los grandes escenarios del mundo; fundador de prestigiosas orquestas y conjuntos nacionales y platenses; apasionado docente que dejó huella en varias generaciones de artistas, a los 95 años falleció el maestro Carlos Sampedro, testigo y protagonista del quehacer musical argentino y, desde luego, platense.
En las últimas horas las muestras de dolor se sucedieron sin pausa en distintos ámbitos, como si siguieran el ritmo que Sampedro, dueño de una vitalidad inagotable, supo imprimirle a su vida.
Nacido el 12 de octubre de 1921, mantuvo un largo romance con el violín, instrumento al que consideraba su “vida” desde que, siendo niño, en el seno familiar le transmitieron el amor por la música. Su padre José, gallego, aficionado a ese arte, fue dueño de la muy conocida panadería “La Asturiana” por el barrio de los studs. Su madre, italiana, Severina Pecchini, tuvo padres que tenían en el barrio de Constitución un lugar de comidas, al que iban todas las compañías y artistas europeos que venían a actuar en el antiguo Teatro Colón, allá por 1905.
A los diez años en el barrio de 39 y diagonal 80 a Sampedro ya lo conocían como “el chico del violín”; a los 15 ganó por concurso el puesto de violinista en la Sinfónica del primer instituto de arte del Teatro Argentino y fue un problema incorporarlo, porque era menor. Fueron esos los primeros pasos de un artista sensible que recorrió un largo camino en el que compartió salas teatrales con descollantes músicos de la talla de Jascha Heifetz o Astor Piazzola.
En 1936 ingresó al Instituto de Arte del viejo Teatro Argentino. Su primer maestro fue Carmelo Yorio, pero después en capital federal perfeccionó su técnica con el profesor Víctor Vezzelli. Cuando en 1947 se formó la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires, ingresó a la agrupación. Años después, también integró la Orquesta Sinfónica Nacional.
Pero más allá de su intervención en las grandes orquestas nacionales, Sampedro solía destacar su paso por el Cuarteto Haydn, el que integraba junto a Eduardo Acedo -violinista-, Libero Guidi -viola- y Washington Castro -celista-. “Durante unos 8 años hicimos grandes temporadas y eso fue algo que marcó mi vocación por la música de cámara, en la que la esencia es el cuarteto”, contaba.
Su rica trayectoria lo llevó a desplegar su talento por toda América y países como España, Francia, Bélgica, Alemania e Inglaterra. El violín le permitió tocar junto a solistas como Zino Francescatti o Ruggiero Ricci, a conocer y escuchar en Estados Unidos a Isaac Stern y a ser dirigido por las batutas de Sir Malcon Sargent, Panizza, Kubelic, Von Beimun.
Sampedro también fue profesor de música de cámara y de violín en la facultad de Bellas Artes y en el conservatorio Gilardo Gilardi por más de cuatro décadas.
Además fundó, en octubre de 1953, el Cuarteto de la Universidad, formación en la que estuvo hasta 1989; y la Orquesta de Cámara Municipal (en 1964).
En su vasta carrera, su esposa Ana Guerrero, tuvo un rol esencial, al acompañarlo y apoyarlo en cada una de sus etapas artísticas. De esa unión nació Carlos, un reconocido músico que se destacó como jefe de estudios del Teatro Colón y del Teatro Argentino.
“Estudiar, tocar horas y horas, y gozar de la profesión”, decía, eran los tres pilares que debían guiar a quien quisiera recorrer el camino artístico.
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