Muertos en las rutas: cada vez hay más micros y combis que circulan sin control

“Tras 10 años, nadie chocó, nadie tomó alcohol, nadie condujo mal, pero murieron nueve chicos y una docente. Cualquier justicia que llegue después de diez años no es reparadora, luego de ese tiempo, no existe.

Más de 10 años después del trágico accidente en la ruta 11, a la altura de Santa Fe, que envolvió a alumnos y docentes de la escuela Ecos y dejó un saldo de 12 muertos, las rutas argentinas no sólo no mejoraron sino que, coinciden especialistas en seguridad vial y entidades que nuclean a familiares de víctimas de tránsito, se volvieron aún más peligrosas, impredecibles y fatales. El siniestro del domingo pasado en Mendoza que dejó 15 muertos -la mayoría otra vez chicos- es ejemplo y evidencia de una realidad donde se combinan un sinfín de irregularidades pero cuya razón principal es siempre la misma: la feroz ausencia del Estado.

El colectivo que volcó en Mendoza tenía el permiso vencido desde el 12 de diciembre pasado y no debía circular. Siguió realizando viajes y apenas cuatro días después, el 16 de diciembre, lo multaron en la provincia de Buenos Aires. Así consta en el parte B16765845, por el cual el chofer debía ir a la Unidad Administrativa de Control de Faltas. Nunca fue y nadie lo obligó a ir. Tampoco le quitaron puntos ni secuestraron el colectivo. Al contrario: circuló de una provincia a otra, atravesó puestos de control sin que nadie le impidiera seguir y sólo se hizo pública su existencia cuando sus irregularidades dejaron un tendal de adolescentes muertos.

“La situación de los micros y combis que se alquilan para viajes es terrorífica”, asegura Osvaldo Nessi, titular de la asociación civil “Amor y Respeto al Prójimo” y para quien, si bien existen responsabilidades compartidas entre la Nación, las provincias y los municipios, “el máximo responsable de esta situación es el ministerio de Transporte, que es quien debe asegurar las condiciones operativas de las unidades”.

Nada distinto es lo que apuntan desde la emblemática campaña Estrellas Amarillas. Víctor González, uno de sus miembros honorarios, explica que “Transporte de la Provincia entrega permisos provisorios que se renuevan cada tres años, pero es la CNRT (Comisión Nacional de Regulación de Transporte) la que habilita y se responsabiliza por el estado de las unidades. El problema, o el drama, es que en los últimos años los viejos se encarecieron y, de manera simultánea, se multiplicaron los servicios que ofrecen viajes por costos menores pero sin nadie que los controle”.

Es cierto: de un tiempo a esta parte, y ante los presupuestos muchas veces “imposibles” de las grandes firmas de ómnibus, el alquiler de micros a empresas pequeñas de turismo se volvió la opción más elegida por los pasajeros que viajan en grupo. El accidente del micro que llevaba un contingente de una escuela de danzas de Grand Bourg desde Las Leñas a San Rafael sembró la alerta entre padres sobre si la seguridad sólo la garantiza la contratación de las principales compañías de nivel nacional. La empresa del accidente era familiar. La propietaria es la esposa de uno de los choferes, y los conductores eran padre e hijo, Jorge y Damián Pinelli.

“No es una excepción sino una regla que viene creciendo -subraya González-. En esto existe un entramado de responsabilidades compartidas: la CNRT es quien debe autorizar cada unidad, pero lo concreto que eso se hace de manera muy parcial. En La Plata, por ejemplo, la oficina de la CNRT funciona en la terminal de micros y controla las unidades que operan allí, pero hay cientos que salen de otros puntos de la ciudad y que nadie supervisa. En esto también tiene responsabilidad Transporte de la Provincia, que es responsable de entregar los permisos provisorios”.

Si bien este medio se comunicó con las autoridades de la CNRT y de la dirección de Transporte municipal para averiguar qué tipo de controles contemplan para todos aquellos servicios que operan por fuera de las terminales, desde esas dependencias estatales se prefirió el silencio. “Los controles municipales o provinciales siempre son más limitados -apunta Nessi-, pero es llamativo el rol pasivo de la CNRT ante el aluvión de irregularidades que se ven en el último tiempo. Esas irregularidades son, sobre todo, falta de inspecciones y permitir así un parque automotor obsoleto y peligroso. Y ni que hablar de los controles en ruta: el micro que volcó en Mendoza había pasado por uno pero se lo dejó seguir”.

Según el titular de esta asociación civil, “si se sale sabiendo que habrá controles, eso de algún modo te disuade de infringir las normas de seguridad. Pero acá está todo cambiado. Si yo salgo con mi coche, sin seguro, pensando ‘total, no me para nadie’, voy a seguir así”.

Lo que dice Nessi entra en sintonía con lo que apuntan en Estrellas Amarillas, donde se advierte sobre la cantidad creciente de conductores alcoholizados que circulan por las rutas sin ninguna medida estatal que lo frene. “En los paradores del camino hemos comprobado que los choferes almuerzan o cenan con cerveza o vino sin que nadie les diga nada -apunta González-, y el resultado de eso lo vemos en los miles de muertos que tenemos todos los años. Al trabajar para empresas clandestinas o que no reciben controles, a esos choferes nadie los supervisa y terminan haciendo lo que quieren”.

Hace tiempo que las rutas argentinas son escenarios de muertes y tragedias muchas veces evitable. ¿No hay forma de controlar a los miles y miles de micros que a diario atraviesan nuestras rutas? “Lo primero es verificar toda la información en la página de la CNRT o en la Secretaría de Transporte. En cuanto a legislación, tiene que contar con un sistema eficaz de frenado, dirección y suspensión”, detallan desde Seguridad Vial y Medio Ambiente de la Federación Internacional del Automóvil. Lo ideal, se apunta, es que el grupo vea antes el micro con el que emprenderá el viaje. También es clave exigir los papeles donde figuran especificaciones básicas de la unidad en cuestión (ver gráfico).

Lo que más está fallando también son los controles en las rutas. Que no son eficaces. “Si se sale sabiendo que habrá controles, eso te disuade de infringir las normas de seguridad”

“Pero lo que suele marcar la diferencia es el conductor”, insiste González, quien detalla que resulta clave la cantidad de horas de manejo que tenga, la preparación y hasta el apoyo psicológico que eventualmente necesiten.

Como se dijo, la CNRT comunicó, con los lamentables hechos ya consumados, que el vehículo que volcó en Mendoza tenía el permiso de circulación vencido. ¿Conclusión? Las leyes están pero los controles son escasos y poco efectivos a la hora de ser aplicados. Y la cosa así va de mal en peor: en el primer cuatrimestre de 2017 se registraron 418 muertos más que en el mismo período de 2016.

Así las cosas, el panorama evidencia un combo que es dinamita pura: micros inhabilitados, falta de controles del Estado, excesos de velocidad que nadie evita y hasta cinturones de seguridad que en muchos micros ni siquiera existen.

A todo esto, desde la Comisión Nacional de Familiares de Víctimas del Transporte Público (CNVTP) se advirtió esta semana que el servicio de combis y micros clandestino que circula entre la capital federal y el Conurbano bonaerense se duplicó en los últimos dos años. En total, son unas 8.400 unidades clandestinas que transportan a poco más de un millón de personas desde distintos puntos del Gran Buenos Aires a la capital. El número se sigue acercando a las unidades reguladas, que llegan casi a 12 mil vehículos. Con respecto a ésta problemática, el titular de la CNVTP, Martín Lescano, explicó: “Entre muertos y heridos con secuelas irreparables dentro de estos vehículos ya tenemos casi 1.200, un número que asusta y es, por ejemplo, casi el doble que los 649 caídos en Malvinas. La problemática de los truchos y la impunidad que generan es visible cuando uno va a Plaza Constitución, al Correo Central, a Plaza Once, al Puente Saavedra, al Luna Park, a Avenida de Mayo o a Avenida Alem. Las principales paradas están en lugares céntricos, a la vista de todos y cada vez más a la par de los colectivos de línea”.