Día del Amigo, un festejo que cada año se vive con mayor entusiasmo

Platenses de todas las edades coparon paseos públicos, bares y restaurantes

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“Qué importa el frío con estas amigas”, exclamó Evelyn, una adolescente de 14 ó 15 años que caminaba abrazada a cuatro chicas, dos a cada lado, por 48 entre 7 y 8 a las cuatro de la tarde. Así sintetizó su sentimiento. Algo similar expresaban con sus risas y bromas las decenas de jóvenes que ayer coparon el centro de la Ciudad. Día del Amigo más vacaciones de invierno: la combinación perfecta para salir y divertirse.

El 20 de julio, desde hace poco más de una década, adquirió una gran relevancia entre chicos y grandes. Cada cual a su manera, son pocos los que se privan de festejarlo. Y si no se da la oportunidad de juntarse, los saludos inundan las redes sociales desde que suena el despertador.

“La grave crisis de 2001, 2002, pegó fuerte en la autoestima de grandes sectores de la sociedad. Y la vuelta a las reuniones en casas de amigos los fines de semana, o incluso entre semana, se volvieron no sólo una costumbre sino una necesidad. Estar juntos, compartir, agruparse, se convirtió en una suerte de refugio ante un afuera hostil”, explicó hace años un sociólogo de la UBA.

Pasó el tiempo y esas prácticas se naturalizaron. Y el Día del Amigo cobró una fuerza inusitada, casi como un emblema de la resignificación de la amistad.

Así, más allá de que muchos sepan porqué se festeja el 20 de julio y otros no tengan ni idea ni quieran tenerla (algo que se explica más adelante), la fecha se convirtió en una de las más importantes del calendario, apenas un escalón por debajo del Día de la Madre o del Padre.

para todos las edades

Grupos pequeños, numerosos, solamente dos, adolescentes, jóvenes, mayores. Todos ganaron su espacio, desde el mediodía hasta entrada la noche, en distintos rincones de la Ciudad.

Las mateadas en los parques y plazas, así como en el paseo platense por excelencia, el Bosque, fueron ayer una postal reiterada.

Como se dijo, el centro de la Ciudad fue un “hormiguero”. Los grupos de chicos y chicas se convirtieron en los grandes protagonistas de las zonas comerciales, donde se adueñaron de los locales de comida rápida, galerías y cines.

Los cines, no obstante, fueron los sitios preferidos por las familias. O por muchas madres con sus niños y niñas. El pochoclo y la gaseosa, la “comida” más elegida.

A la tardecita, los bares comenzaron a recibir a grupos de amigas y amigos de 30 y 40 y pico. Y ya por la noche, los restaurantes fueron el escenario de las juntadas de los “grandes”.

Para todos los gustos y edades. Así se vivió en las calles y paseos platenses otro 20 de julio.

A propósito, ¿por qué el 20 de julio? La idea la acunó el odontólogo argentino Enrique Febbraro, quien se inspiró en la llegada del hombre a Luna, suceso que ocurrió ese día, en 1969.

Febbraro vio el evento por TV y se inspiró en el alunizaje de Neil Armstrong para concebir el festejo, que trató de impulsar a través de cartas a socios del Rotary Club, del cual era miembro. Las cartas fueron 1.000 y llegaron a 100 países. La idea se popularizó en Argentina, Brasil, Uruguay y España.

 

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