El gran ejercicio de tan sólo media hora

Esta técnica gana cada vez más adeptos, quienes destacan sus buenos resultados en poco tiempo. Qué es y de qué se trata

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El Entrenamiento Funcional busca la máxima potencia del atleta, en un intervalo de tiempo de 30 minutos como mucho. Su filosofía se centra en el progreso gradual en la fuerza y resistencia, respetando el movimiento natural del cuerpo humano. Esta forma de ejercitarse ayuda a prevenir lesiones y agarrar un mayor fondo para otras disciplinas, mientras se esculpe y fortalece la silueta acorde con nuestra naturaleza y genética.

En 1920 los rusos hicieron una síntesis articulada de esos movimientos dinámicos y naturales del hombre a lo largo de su historia. De todos esos gestos instintivos que ha mantenido viva y erguida a nuestra especie.

Durante los 80’s Michael Boyle -uno de los entrenadores más respetados del mundo- rescató la metodología de los rusos y la complementó con los estudios de Stuart McGill, el kinesiólogo y referente mundial en la biomecánica de la columna vertebral. Este académico, de la Universidad de Waterloo, ha logrado despertar el sentido común, en la comunidad profesional de entrenadores, sobre la necesidad de fortalecer el core (el área que engloba toda la región abdominal y parte baja de la espalda) para una espalda sana.

A través de movimientos naturales, sin forzar las extremidades y la columna vertebral en ángulos extraños, el entrenamiento funcional busca potenciar la resistencia cardiovascular y la fuerza impulsora de los músculos encargados del movimiento, mientras se trabaja de manera simultánea el core, la zona abdominal.

Al realizar un entrenamiento con sentido común estamos dotando a esta zona de mucha fuerza, como el epicentro de nuestro cuerpo y origen del movimiento, mientras se esculpe sin estar en el suelo repitiendo episodios traumáticos y estresantes para la espalda y las cervicales.

El fin último del Entrenamiento Funcional se resume en salud y el famoso estado fit, pero con responsabilidad, desde la prevención y el respeto a nuestra constitución física.

A diferencia del entrenamiento convencional (combinación de aparatos de cardio y de musculación), en el cual únicamente se focaliza el trabajo en un sólo grupo muscular de manera repetitiva y aislada (con riesgo seguro de contractura y sobrecarga), el cuerpo se involucra en su totalidad durante los ejercicios. No obstante el abdomen como punto de equilibrio recoge el esfuerzo para impulsar al resto de los músculos en el movimiento.

El core siempre ejerce un papel protagónico para el desarrollo correcto de la dinámica.

Boyle, asegura que «para activar la zona abdominal primero hay que aprender a respirar. Es en la exhalación profunda y larga cuando se activan los músculos del abdomen.»

Después de acuerdo con McGill, para definir el abdomen, de manera respetuosa con nuestro cuerpo, debemos contraerlo durante todo el movimiento. Esto hace de amortiguador frente a todos los gestos y posturas que realicemos.

No hay necesidad de estar lastimando la columna en el suelo con la ejecución de movimientos repetitivos y estresantes para el cuerpo. Los abdominales en este método se marcan solos, gracias a la intervención total del cuerpo mientras realizamos dinámicas como: burpees, sentadillas, escalar, subir cuestas, etc., y ejercicios con objetos que completan y asisten al fortalecimiento integral.

Con esos objetos auxiliares se han estado dando actividades como salto de cuerda, arrastrar y empujar trineos, lanzamiento de pelota medicinal, dinámicas con kettleballs etc., entre muchos otros movimientos que permite diseñar cada día una rutina diferente.

 

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