Un ritual de festejos sin pausa

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Los alumnos secundarios tienen un ritmo de festejos demoledor en su último año.

Arrancan con el “primer último día”, donde hacen despliegue de pirotecnia, disfraces y bailes. Algunos arrancan el día previo en algún boliche bailable y se quedan hasta la hora de ingreso al colegio. En algunos establecimientos los reciben con un desayuno y luego vuelven a sus hogares.

Después tienen la presentación de las camperas que los identificará como promoción del colegio de ese año, y utilizarán en el viaje a Bariloche, que es uno de los principales momentos del año.

Más tarde, y en muchos casos, el ciclo finaliza con la fiesta de egresados, que también tiene un alto costo económico.

Los bolsillos de los padres terminan perdiendo por goleada ante las numerosas actividades que organizan los estudiantes.

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