Peligran especialidades clave para el funcionamiento del sistema de salud
Edición Impresa | 6 de Agosto de 2017 | 04:56

Por NICOLAS MALDONADO
Cada año el ministerio de Salud de la Nación establece la cantidad especialistas que se requieren en cada región del país en función de la demanda de la población. Este año por ejemplo se requerían 162 generalistas en la Provincia de Buenos por lo cual se ofreció la misma cantidad de residencias en hospitales bonaerenses para garantizar su formación, sin embargo sólo 44 médicos jóvenes se presentaron para cubrirlas, lo que representa un 72% menos de lo necesario. Y lo mismo ocurrió en las residencias para Emergentología, Terapia Intensiva, Clínica Médica, Neatología, Obstetricia y Pediatría. En suma, cada año decenas de especialistas se jubilan en el sistema de Salud sin que haya candidatos formados para ocupar su posición.
Aunque pueda parecer un problema a futuro, lo que sucedió este año viene pasando desde hace al menos una década y sus consecuencias ya empiezan a sentirse; no en un pueblo perdido de la Puna sino en nuestra propia región. El Hospital El Dique, que se especializa en terapias de rehabilitación, necesita por ejemplo incorporar tres médicos a su terapia intensiva para pacientes neurocríticos. Las vacantes siguen abiertas desde hace meses porque nadie se presentó y a esta altura de la convocatoria difícilmente se vayan a cubrir. ¿Cómo se resuelve eso? No se resuelve. El hospital sigue funcionando, pero con menos especialistas de los necesarios, lo que equivale a decir de mal en peor.
Pocos lo saben pero la cantidad de profesionales disponibles hoy mismo en la región de La Plata dentro de ciertas especialidades es peligrosamente bajo. En un distrito médico que se acerca al millón de habitantes, existen sólo 13 cirujanos pediátricos matriculados, 19 terapistas pediátricos, 80 médicos generalistas, 115 terapistas, 131 neonatólogos, 210 ginecólogos, 233 obstetras, 385 médicos clínicos…y su número, lejos de incrementarse tiende a caer, observan desde el Colegio de Médicos local con gran preocupación.
El creciente desinterés de las nuevas generaciones de médicos por ciertas especialidades críticas es un fenómeno complejo en el que intervienen factores económicos, culturales, laborales y hasta de formación profesional. Pero en cualquier caso, en ninguno de esos frentes se está haciendo mucho por revertirlo. Es así que en pocos años nadie debería sorprenderse de vivir en un país con cientos de médicos capaces de tratar la calvicie y muy pocos preparados para atender a niños que nacieron prematuros o requieren un trasplante de riñón.
DESDE LA FORMACION
“Lo que se viene observando desde hace años es que hay un descenso en las llamadas especialidades críticas que arranca desde la facultad. Ese desinterés está relacionado con el escaso tiempo de formación que prevé la currícula. Nosotros, por ejemplo, tenemos sólo ocho semanas para enseñar Pediatría dentro de una carrera muy extensa como es Medicina. Los estudiantes egresan sin llegar compenetrarse lo suficiente como para que tengan después en seguir la especialidad. De hecho, como la nuestra es una materia que muchos eligen para recibirse, yo siempre les pregunto qué van a seguir. Antes te decían obstetricia, pediatría, cirugía, ginecología, lo tradicional; hoy en cambio tienden a optar por especialidades que les ofrecen una mejor remuneración y un mayor reconocimiento social, como dermatología o la medicina deportiva de alta competición”, explica Marita Marini, titular de la cátedra de Pediatría B en la Facultad de Medicina local.
Lo mismo señala Laura Cano, médica residente del Hospital Ingenieros en el área de Medicina General, una de las especialidades con mayor déficit de profesionales en el país. “Los planes de estudio de las principales facultades argentinas, que son la de la UBA, la Universidad de Córdoba y la UNLP, tienen currículas orientadas hacia el negocio de la medicina, la súper especialización, la tecnología de alta complejidad y la medicación, en detrimento de especialidades primarias que apuntan a la prevención y la promoción de la salud”, explica.
El fenómeno se halla fuertemente marcado también por las condiciones que ofrecen hoy las residencias de formación para esas especialidades en el sistema de salud. “Un residente de primer año en la Provincia de Buenos Aires cobra hoy alrededor de 14.600 pesos y debe trabajar nueve horas diarias de lunes a viernes, media jornada laboral el sábado y realizar en la mayoría de los casos dos guardias semanales, lo que da un promedio de 42 pesos la hora, sin aportes jubilatorios. Y al desafío de sostener una familia con un sueldo que está por debajo de la línea de pobreza hay que sumarle además el hecho de que las residencias se han vuelto un medio para cubrir los baches del sistema más que una experiencia de formación”, señala por su parte Manuel Fonseca, médico residente en el Hospital Gutiérrez e integrante del Movimiento Nacional de Salud Irma Carrica.
No menos determinante sería la pérdida de espacios de formación de calidad, observan desde la Agremiación Médica Platense. “A medida que muchos de los especialistas con mayor experiencia desertan de los hospitales públicos hacia el sector privado en busca de una mejor remuneración, los espacios de formación van desapareciendo o perdiendo calidad”, cuenta su presidente, Martín Pedersoli, al explicar el desinterés por disciplinas tradicionalmente atadas a residencias hospitalarias, como la neonatología, la terapia intensiva, la pediatría y la medicina general.
CONDICIONES DESFAVORABLES
Pero sin dudas el factor que más incide en la pérdida de médicos generalistas, terapistas, emergentológos y neonatólogos son las condiciones laborales desfavorables que presentan hoy están especialidades con respecto a otras, según coinciden en señalar desde distintas entidades profesionales. “Las especialidades críticas son a su vez las más expuestas a un triángulo de factores que conspiran contra la vocación profesional: salarios paupérrimos, malas condiciones laborales, que abarcan desde la falta de infraestructura hasta las agresiones recurrentes, y el asedio judicial. ¿Por más vocación que haya, quien va a querer trabajar así?”, plantea Jorge Mazzone, presidente del Colegio de Médicos local.
“Las especialidades básicas son casualmente la menos rentables y las más sufridas. En lugar de estimular su elección por ser la base del sistema de salud y las que más permiten economizar, son las que tiene los sueldos más atrasados, la mayor exigencia laboral, con dos guardias semanales sin descanso, y las peores condiciones para trabajar”, coincide en señalar Laura Cano.
“La medicina en general está en crisis por las condiciones de trabajo y el estancamiento de los honorarios; y eso es algo que se hace más evidente en algunas especialidades que en otras”, explican desde la Agremiación Médica Platense al señalar el caso de la terapia intensiva, la emergentología y la medicina general. “Como implican guardias son trabajos terriblemente estresantes y desgastantes, que además se pagan mal”.
Aunque visto desde afuera, las razones con que se explica el desinterés por ejercer en ciertas áreas de la medicina puedan parecer insuficiente para torcer una vocación, “la realidad es que los médicos, además de cuidar de los pacientes, también debemos cuidar de nuestras familias –resume un profesional con treinta años de carrera- y contra eso no hay nada que hacer”.
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