Bailando por un sueño

Julio Chávez protagoniza el nuevo unitario de El Trece: desde esta noche Prat, el escéptico profesor de danzas clásicas, dará clases a la talentosa y bella Luisa, que anhela triunfar

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Miércoles: día de unitarios. Así ha quedado establecido en los últimos años, con una agenda marcada por el “día libre” de Tinelli, y así seguirá siendo a partir de esta noche, desde las 22.45, cuando “El Maestro” desembarque en la pantalla de El Trece para competir cabeza a cabeza con “Un gallo para Esculapio”, la ficción de Telefé que comenzó en agosto, y continuar la clásica batalla por el rating.

Con pocas ficciones en el aire y mucha presión puesta en su rendimiento, El Trece no podía fallar, motivo por el cual contrató a Daniel Barone, especialista en miniseries, para la dirección: Barone dirigió para El Trece “Culpables”, “Locas de amor”, “Mujeres asesinas”, “Para vestir santos”, “El puntero” y la reciente “Silencios de familia”, entre otros shows, y se reencontrará con Julio Chávez, a quien condujo en “Tratame bien”, “El Puntero”, “Farsantes” y “Signos”.

Y el “actor fetiche” de Adrián Suar (con quien protagoniza en el teatro “Un rato con él”) será acompañado en esta ficción por un elenco de primeras figuras que completan Inés Estévez, Juan Leyrado y Carla Quevedo, repatriada tras trabajar con HBO en “Show me a hero”, en 2016.

Con libro a cargo de la dramaturga y actriz del cine independiente Romina Paula y el dramaturgo Gonzalo Demaría (que ya escribió para tevé “Amar después de amar”), “todo” en “El Maestro” “gira en torno al mundo de la danza”, define Inés Estévez, y Juan Leyrado agrega que “es una historia maravillosa sobre el mundo de la danza y sobre los jóvenes que quieren iniciarse en este mundo”.

En la serie, Prat (Chavez), es un bailarín de danza clásica retirado de los escenarios hace casi ya tres décadas. Quien supo ser estrella del ballet internacional se encuentra ahora dando clases en una escuela de barrio, con la sola ayuda de su socio y amigo Mario (Leyrado). Alejado por propia decisión de todo circuito oficial, la tarea de enseñar -el único resabio de sus épocas de gloria- incluso ya no le resulta motivadora.

Respetado por sus colegas y admirado por sus alumnos, Prat siempre se ha mostrado frente a su clase como un hombre estricto e inflexible. Para él, la atención, el esfuerzo y la disciplina son los pilares fundamentales para construir una carrera promisoria en la danza. No alcanza solo con las ganas: la propia exigencia es el verdadero motor para triunfar en los escenarios.

monotono

Acostumbrado a una tediosa monotonía –salvo por aquellos sobresaltos relacionados con Paulina (Estévez) su ex mujer; histórica compañera de baile y, además, madre de su único hijo- la vida de Prat dará un vuelco cuando el destino le ponga enfrente dos situaciones inesperadas: en el ámbito personal, deberá hacerse cargo de su nieto (que ha vivido en España desde que nació y con el cual no tiene vínculo alguno); y, en el terreno profesional, la aparición de Luisa (Quevedo) -una joven bailarina con un enorme talento- despertará en él nuevamente aquel fuego sagrado.

Ella desea fervientemente formarse con el legendario bailarín y, a pesar de su reticencia inicial, Prat finalmente la aceptará como su discípula: entiende que es la última oportunidad para recuperar y abrazar esa pasión que creía perdida.

 

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