¿Quién protege a los niños y a las maestras?

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“Mi nena, que está en 3º grado, presenció toda la situación. Y tiene miedo”. Lo contó Gabriela, una joven mamá de la Primaria 55, el día que la comunidad realizó un abrazo simbólico al edificio. La consigna: “Por una escuela sin violencia”.

Lo que la niña de 8 años presenció fue que un padre, gritando, insultando, forcejeando con varios policías, amenazó a su maestra, a otras maestras, a la directora. Presenció que la salida del cole se convirtió en un espectáculo de patrulleros y sirenas. De vecinos que salían a la vereda a ver, y no creer.

Vale la pena el ejercicio: ¿Cómo recuerda cada uno la salida de la escuela? Responde la propia Gabriela. “Yo vine acá, jamás vi algo semejante”, casi exclama.

Ya se advirtió desde estas páginas sobre el peligro de naturalizar lo antinatural. Comentarios como “las maestras se tomaron vacaciones” o “¿no será mucho una ART por una amenaza (de muerte, vale aclarar)?”, marcan un camino más que peligroso. Con todos sus defectos a cuestas, las docentes, como los niños, la escuela, las aulas, los patios, la inocencia de los chicos y la integridad de las maestras, no se tocan. Si no, “cerremos la persiana”. ¿Quién empieza a apretar el freno?

 

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