Mucha playa y poco boliche en las noches de Pinamar

Arrancan tarde y terminan ya con el sol. Hay medidas de restricción de ingreso a los pub y locales bailables. Precios

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ENVIADAS ESPECIALES
Textos: LAURA LÓPEZ SILVA
Fotos: DOLORES RIPOLL

Este verano la noche de Pinamar se vive en la costanera. Con turistas que pasan pocos días y los controles estrictos, los dueños de boliches y pubs están remando una temporada que hasta ahora viene floja.

De lunes a jueves, pasada la 1 los jóvenes que no hacen “las previas” en sus casas comienzan a acercarse a la zona de las playas, principalmente en Bunge y Avenida del Mar. En grupos, algunos llevan heladeritas y otros directamente las botellas en la mano. Los celulares se encargan de pasar música. Un combo perfecto hasta que salga el sol.

Los chicos se organizan entre ellos y se arman desde batallas de freestyle rap (la última tendencia entre los adolescentes) hasta guitarreadas con fogones y algunos mini recitales.

Antes de esa hora, lo de siempre: recorrida por el centro y movimiento de tarjeteros de los boliches que abran en la clásica esquina de Bunge y Libertador.

Hasta ahora, este ritmo es celebrado por las autoridades de la Municipalidad porque no les ha traído ningún sobresalto, pero parece que aburre a los más jóvenes que están con ansias de comerse la noche, que no termina de explotar.

Los fines de semana la ocupación hotelera llega al 88%, según los empresarios del sector y recién ahí la movida se traslada un poco más a los siete boliches de la ciudad (UFO, Lisboa, Boutique, Pink, Pinta, La Luna, y Super XV) que juegan a la lotería para ver cuál es el elegido porque no todos se llenan.

Los precios de las entradas van de 300 a 600 pesos y lo que más se toma es cerveza (120 pesos aproximadamente), Fernet y Campari (150 pesos cada uno aproximadamente).

Como en La Plata, las cervecerías son lo que mejor está funcionando para los jóvenes, aunque no quedan abiertas durante la madrugada.

“La noche ‘se pone’ tarde, los chicos salen tipo 3 de la madrugada a bailar”, cuenta un encargado de seguridad de Súper XV, uno de los boliches más convocantes. “Tenemos un control muy fuerte con el tema de los menores, sin documento que acredite mayoría de edad no entra nadie”, explica y de ahí viene otra de las causas de la baja de concurrencia.

Y es que Pinamar se caracteriza por hospedar a familias con hijos adolescentes que se mueren por salir, pero que si no tienen 18 años y en muchos casos 21, no pueden entrar a los locales nocturnos. Algún que otro boliche organiza matinés para chicos de 10 a 16 años, aunque no es lo que los jóvenes prefieren.

La presencia policial abunda. En las cercanías de los bares y boliches hay efectivos del operativo Sol, y además están los controles de tránsito y alcoholemia.

 

 

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