A veces las reformas no contemplan la realidad del trabajo docente

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Por MARÍA GUILLERMINA DÍAZ
Coordinadora del Observatorio de Calidad Educativa

Históricamente, el sistema educativo argentino fue definido con una estructura en la que el nivel primario funcionaba como instancia integradora y uniformadora del conjunto de la población, y la escuela secundaria como un nivel opcional vinculado primariamente a la continuidad de los estudios universitarios y, de modo menos intensivo, a la educación técnica para la formación de operarios industriales.

Hasta los años 70, sólo el 34% de las y los jóvenes se encontraban cursando estudios secundarios. En el año 2006, la Ley Nacional de Educación estableció la obligatoriedad de la enseñanza secundaria en Argentina. El ingreso masivo a establecimientos educativos de miles de adolescentes implicó la democratización del saber y una gran esperanza para la sociedad en general. A la vez, esta reestructuración trajo aparejada un sinnúmero de adecuaciones curriculares, de gestión, edilicias y de cultura escolar a planificar y resolver que, aún hoy, estamos lejos de solucionar. Pero también nuevas problemáticas como violencia escolar, grooming, embarazo adolescente, falta de contención familiar, sobreedad, etc.

Desde las investigaciones de campo que venimos realizando en el Observatorio de Calidad Educativa hemos constatado que un porcentaje muy alto de las y los docentes se desempeñan en más de un establecimiento educativo. Según sus testimonios, el pluriempleo dificulta la conformación de equipos sólidos de trabajo, la profundización vincular tanto con el equipo directivo y sus colegas como con las y los adolescentes (y sus respectivas familias), la participación activa en el proyecto institucional y la planificación del aprendizaje basado en proyectos con ejes transversales en distintas materias.

En muchas oportunidades, las políticas educativas que proponen grandes innovaciones pedagógicas olvidan las condiciones reales del trabajo docente, que si se modificaran generarían contextos propicios para la apertura de innumerables oportunidades, cambios e innovaciones que, sin duda, exige la aspiración por una educación de calidad.

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