La previa: tránsito intenso, largas caminatas para ingresar y rock mapuche

Con las últimas luces del día sonaron los primeros acordes de la noche en el Estadio Ciudad de La Plata: Puel Kona, primer telonero del recital de Roger Waters en La Plata, salió a escena a las 20.15, una hora antes de que el inglés presentara el plato principal de la velada.

Para entonces, el Estadio lucía casi completo: aunque el campo seguiría poblándose hasta que Roger estuviera en las gateras, el resto de los sectores estaba ya pleno, con la gente sentadita, muchos peinando canas, muchos sin canas ya para peinar, esperando para revivir algunas de las músicas más estremecedoras de su adolescencia desde las 16, hora de apertura de las puertas.

Como el público llegó desde temprano, quizás temiendo la suma en la Autopista de los autos que volvían del trabajo en Capital con aquellos que iban hacia el Estadio (el tránsito hacia las 20 era bien intenso) el acceso sin embargo fue calmo, aunque, como en cada recital realizado en el recinto de 25 y 32, no faltaron las quejas respecto a la larga caminata previa al ingreso al recinto: los más afortunados entraron por 20 y 32, después de caminar cuatro cuadras por fuera del coloso y tres o cuatro cuadras para acceder a sus localidades; los menos afortunados tuvieron que rodear el estadio para ingresar. El estacionamiento oficial del Club Los Tilos, en 522 y 21, estaba lejos de todas estas opciones.

Algunos fans se quejaron por otra situación que también se dio ayer cuando, personas interesadas en tomar los servicios diferenciales de la línea Oeste con destino al Estadio que salían desde la Terminal, no pudieron hacerlo por una protesta de un grupo de taxistas que consistió en bloquear la salida de las unidades destinadas para tal fin, derivando en la cancelación del servicio.

Durante la previa al recital, la Municipalidad, en conjunto con la Secretaría de Convivencia y Control Ciudadano y efectivos de la Policía local, realizó un operativo preventivo en las inmediaciones al Estadio, en el que, según se informó, se secuestraron 17 puestos de venta ambulante y se labraron 43 actas de infracción. Durante el operativo, se clausuraron quioscos y comercios que estaban realizando la venta de alcohol, lo cual está prohibido en este tipo de eventos de condiciones masivas.

En materia artística, Puel Kona calentó la noche con su propuesta que fusiona elementos de las culturas originarias (cantan en mapuche) con rock, ska y hip hop y consignas políticas (abrieron la noche cantando por la causa palestina y levantaron una ovación al llamar a proteger la naturaleza de la megaminería), y aunque el público, ávido de música, se mostró inicialmente entusiasmado, fue amable con sus aplausos y compartió las consignas políticas lanzadas, rápidamente se distrajo con las propuestas gastronómicas, que incluían desde la clásica hamburguesa, por $200, hasta una bondiola con papas a la criolla, por $320. Refrescaba, soplaba un vendaval que parecía anunciar lluvias, y había que calentar los cuerpos.

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Tras agradecer a Waters por permitirles mostrar que los pueblos mapuches “no son el enemigo” (cerraron su breve set cantando que “el problema no somos nosotros” y disparar contra el Gobierno, la ley antiterrorista, el “capitalito” y los medios) y levantar una ovación al recordar a Santiago Maldonado, Puel Kona cerró la apertura a las 20.45. Aunque a Roger Waters, programado para las 21, no lo caracterizó esta vez la puntualidad inglesa, quien se demoró 20 minutos más de los estimado para salir a escena.