Llegan las Fiestas y se disparan las consultas por depresión y ansiedad
Edición Impresa | 3 de Diciembre de 2018 | 02:54

No es un fenómeno nuevo pero se renueva cada año ante la llegada de la Navidad y el Año Nuevo. Muchos creen que se trata de un mal de época y otros tantos lo tildan como una suerte de “lado B” de las Fiestas. Se le diga como se le diga, lo cierto es que la cercanía de estas fechas potencian en la Ciudad las consultas por ansiedad y depresión, una contracara evidente a la postal de brindis y alegría con las que se suele representar estas celebraciones.
“No es ningún mito y ocurre”, asegura la psicóloga Luciana Silvani, quien admite tener un incremento por este tipo de consultas en esta época del año de casi el 30 por ciento. “Es un cuadro que se agrava e intensifica a medida que se va acercando el 24 y el 31 y se prolonga incluso después de que pasaron las Fiestas -precisa la especialista-. Los síntomas más comunes son angustia intensa, ansiedad, pérdida del interés por casi todo, sensación de que la vida no tiene sentido, alteraciones en el sueño; en la comida y en las funciones cognitivas”.
En nuestro país, según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, la mortalidad por enfermedades del corazón -que comprende las enfermedades hipertensivas, las isquémicas del corazón, la insuficiencia cardíaca y las restantes patologías cardíacas- provoca la muerte de una persona cada siete minutos. Y durante las últimas semanas del año, se disparan también de forma considerable los casos de hipertensión arterial, el aumento del colesterol y la obesidad, aumentando la cantidad de eventos cardiovasculares.
El balance típico de fin de año, los seres queridos que ya no están o los vínculos que se rompieron, son algunos de los detonantes de que crezcan los casos de ansiedad, angustia y depresión, todo en un combo que tiene a las Fiestas como escenario principal.
“No hay un relevamiento puntual sobre esto -aclara Silvani-, pero notamos que este padecimiento se da más en mujeres adultas que en varones, en personas que viven solas y sienten a su vez un profundo estado de soledad y sensación de abandono. También, por supuesto, se vuelve frecuente en aquellos que sufrieron recientemente pérdidas de seres queridos y se encuentran en pleno duelo, ya sea por fallecimiento o por distanciamiento debido a algún conflicto”.
Según la experta, si bien este fenómeno no existe como tal en ninguno de los manuales que clasifican a las enfermedades mentales, “es una tendencia que se repite todos los años y que comienza a hacerse notoria ya a partir de mediados de noviembre, cuando el tema de las Fiestas empieza a ocupar el tema de las charlas”.
Para casi un 4 % de la población mundial, según datos de la OMS, la lucha por pasar esos días es intensa, pues tienen que sortear los síntomas de la depresión para evitar que el resto de la gente note que lo están pasando mal. Según la psicoterapeuta Clotilde Sarrió, incluso, “puede aparecer un sentimiento de frustración al existir una contradicción entre lo que socialmente se ha impuesto -mensajes de amor y reuniones con la familia- y lo que uno siente. También la imagen de la Navidad en la publicidad, que muestra a familias unidas celebrándola, puede llevar a un bajón anímico a aquellos que están solos o no tienen posibilidades económicas para hacer lo mismo”.
De acuerdo a la mirada de Sarrió, la fobia a la Navidad no es real pero sí puede existir “un rechazo a todo lo que implique encuentros sociales, luces navideñas o momentos nostálgicos”. No muy distinto es lo que opina Silvani al explicar las razones de un fenómeno que atrapa a varias personas. “La navidad no es todo felicidad como nos quieren mostrar las series de televisión -apunta-. Para muchas personas representa una temporada de depresión, tristeza y aislamiento que les impide disfrutar cualquier tipo de reunión. Hay que tener en cuenta que la presión social para disfrutar y ser feliz durante estas fiestas empuja justamente a lo contrario: deprimir y estresar a muchas personas hasta límites insospechados”.
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