Una “sorpresa” que se veía venir hace rato

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Difícilmente fue como lo imaginaron: para muchos de los ingresantes a Medicina, el recuerdo de su primer contacto con la vida universitaria será una larga fila en la madrugada platense por un lugar en un aula en la que no cabe un alfiler. Para otros será un cabizbajo regreso a sus hogares, frustrados al no haber conseguido dar el primer paso en la -ahora- complicada misión de asistir a un curso de ingreso. Las ilusiones de unos y otros se enredaron en un histórico conflicto que tiene a las autoridades del Rectorado en un rincón y a las Medicina en el otro. Lo que pasó ya no puede sorprender a nadie. Hasta el menos despierto se da cuenta que los números no cierran. Viejas mezquindades afloraron e impidieron seguir la senda que trazaba el sentido común: que las autoridades se sienten a dialogar para solucionar un problema que le está haciendo pagar a los alumnos los platos que otros se empeñan en romper. Lejos de eso, se tiran la pelota. De un lado dicen que “no hay recursos” para tantos alumnos. Del otro, que los hay pero se improvisó demasiado. Entre esos tironeos los futuros médicos asisten -si lo logran- a sus primeras lecciones.

 

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