Un asesino silencioso que duerme, mata y no ofrece segundas oportunidades

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De confirmarse oficialmente que Mercedes Magnarelli y sus hijos murieron por inhalar monóxido de carbono, serían 4 las víctimas fatales por ese tipo de accidentes, en La Plata, en apenas una semana. El sábado pasado una chica de 26 años falleció en su casa de 78 bis entre 17 y 18, donde también se intoxicaron su pareja y tres de sus cinco hijos, por las emanaciones de un brasero. Y ese mismo fin de semana murieron la periodista pampeana Lucía Trotz, y la mujer y el hijo menor del senador radical Luis Naidenoff, en Formosa.

Las estadísticas marcan que cada cuatro horas hay un accidente vinculado con la inhalación de monóxido de carbono, por estar en ambientes mal ventilados o cerca de artefactos que no funcionan bien. Este asesino silencioso -es inodoro, incoloro, insípido y no irritante-, duerme y luego mata, sin ofrecer segundas oportunidades. Por eso es clave seguir a rajatabla una serie de procedimientos de seguridad, como mantener una ventilación permanente de los ambientes, aún en los meses de invierno.

Una rendija en las cortinas, una ventana entornada, pueden salvar vidas. Además, se debe verificar periódicamente y con gasistas matriculados el funcionamiento de los artefactos a gas, sus conductos de evacuación de gases en el caso de los de tiro balanceado y calefones, y las rejillas de ventilación de los ambientes, que no deben estar obstruidas.

 

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