Johan Cruyff representó el desequilibrio y el fútbol total

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Johan Cruyff es el ícono de un ideal. No sólo futbolístico, sino de vida. Representa la rebeldía bien entendida, en pos de un objetivo común; el desequilibrio necesario para romper el orden establecido pero desde el conocimiento, desde la convicción. El crack de Ajax fue el futbolista indispensable del “Fútbol total”, quizás la pieza que hizo funcionar el mejor equipo de todos los tiempos. Es imposible decir de qué jugó el Flaco en 1974. ¿Fue centrodelantero? Sí. ¿Fue mediocampista central? Sí. ¿Fue enganche? Sí. ¿Fue extremo? Sí. Cruyff jugó de todo y todo lo hizo bien. El contexto lo ayudó, claro. Holanda fue una Selección maravillosa, que se burló de las convenciones e inventó algo diferente, algo que se llamó “Fútbol total”. Y en ese entorno, Cruyff era el hombre que dictaba cuándo y cómo cambiar. Cuando él retrocedía al mediocampo, quien estaba en ese lugar pasaba a la defensa y el defensor se mostraba por delante de él para convertirse en receptor. Un inventor de categoría que deslumbró al mundo. Pero le faltó levantar la Copa.

 

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