Una selección con recursos futbolísticos infinitos
Edición Impresa | 9 de Junio de 2018 | 03:09

Juego de posición, triangulaciones, toques y paredes. Los recursos futbolísticos de la Holanda del Mundial de 1974 eran infinitos; la interpretación y ejecución de cada uno de ellos, sublime. Aquel equipo, ideado por Rinus Michels y laboratorio del mejor Barcelona de todos los tiempos, funcionaba como la más aceitada de las orquestas. La Naranja Mecánica, comandada por el genial Johan Cruyff –uno de los cuatro dioses del Olimpo de la pelota junto con Di Stéfano, Pelé y Maradona-, revolucionó la manera de vivir el fútbol y le sacó la modorra a un juego estático que había cedido ante el férreo catenaccio sesentista.
En ese equipo nada quedaba librado al azar. Cada movimiento tenía su razón de ser, todos los relevos eran los adecuados y el pressing insoportable le creaba un embudo al rival en la salida. Esa Holanda fue la muestra superadora del Wunderteam austríaco, la Maravillosa Hungría de Ferenc Puskás y el Brasil de Pelé. Fue, realmente, una legendaria máquina de fútbol que enarboló un estilo que bien justifica la redundancia: Fútbol total, ha dado en llamarse. Con mayúscula como su excelencia lo merece.
Johan Cruyff era el abanderado; sus escoltas habían ganado su lugar a pulso en el dinámico 4-3-3 de Michels. Rep y Rensenbrink se movían por todo el frente del ataque; Neeskens era el termómetro en el medio; Jansen se movía por derecha, Van Hanegem, por izquierda; Jongbloed era un arquero particular porque eligió llevar la camiseta número 8; Rijsbergen, Haan y sobre todo Krol, tres de los cuatro defensores polifacéticos. Y Suurbier, un todo terreno como lateral derecho.
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