Turismo: el déficit menos pensado
Edición Impresa | 1 de Julio de 2018 | 10:53

Más allá de los resultados, el fervor argentino quedó demostrado en los estadios de Rusia alentando a la Selección de fútbol. Se puede decir si temor a equivocarse que en las cuatro confrontaciones en que Argentina participó se sintió como local, con asistencia de público que alcanzó en algunos casos hasta 25.000 personas.
La contrapartida de semejante participación argentina es que refleja uno de los problemas más serios que enfrenta la economía argentina, el increíble y creciente rojo en materia de turismo.
EFECTO DE LA DEVALUACIÓN
Si bien es cierto que los primeros efectos del salto del dólar ya se comienza a apreciar en las zonas fronterizas, con menos argentinos que salen del país a realizar compras en shoppings más allá de la frontera y, por el contrario han comenzado a ingresar nuestros vecinos para adquirir bienes en el país, aún el términos comparativos el valor del dólar no logra frenar la sangría que en materia de turismo está creciendo en los últimos años como puede verse en el gráfico.
Lo cierto es que el Banco Central comenzó a notar una menor utilización de tarjetas de crédito en el exterior.
Prueba de ello está en las propias estadísticas oficiales: los gastos con plásticos en moneda extranjera acumularon un desplome del 23% interanual durante las tres primeras semanas de junio.
El uso de tarjetas explica, nada más y nada menos que 7 de cada 10 dólares que se fugan a través de la balanza “viajes y turismo”.
Lo cierto es que la devaluación, así como ayudaría a reactivar las ventas al mundo de diversos sectores de la economía real –incluida la rama de servicios profesionales- también promete repotenciar al turismo receptivo, a partir de la llegada de más extranjeros frente a tarifas locales más ventajosas en dólares.
Serían buenas noticias para el Gobierno, que en 2017 debió convalidar un déficit de más de u$s10.600 millones en la cuenta de viajes, que desde el 2010 no registra resultados positivos.
Fue aquel año cuando el sector tuvo el último superávit, cercano a los U$S 300 millones. Pero, a partir de allí, el rojo fue en aumento y pareció volverse incontrolable.
Hasta el año pasado, un turista que venía de visita al país se encontraba con que una botella de Coca Cola de dos litros tenía uno de los precios más elevados en todo el mundo.
Con un valor equivalente a U$S 2,9 por botella, en 2017 –cuando empezaba a recalentarse el debate sobre el problema del atraso cambiario-, Buenos Aires superaba a ciudades como Nueva York o París (u$s2,22) y más que duplicaba al precio vigente en la capital mexicana (u$s1,28).
Ahora, en cambio, de la mano de un precio de u$s2,1, se ubica en la mitad de la tabla, posicionándose por debajo de Nueva York y París pero por encima del DF mexicano y de San Pablo, donde hay que pagar entre 1,26 y 1,9 dólares.
Un punto clave en el que se basan los operadores turísticos al afirmar que la devaluación alentará la llegada de extranjeros está en las tarifas atractivas que podrá encontrar quien venga con billetes verdes en mano.
IMPUESTO POLÉMICO
Pero, más allá de los beneficios de la devaluación en el l Gobierno se instaló una puja respecto a la posibilidad de aplicar un impuesto especial a los turistas. Se trataría de elevar el impuesto a los pasajes aéreos al exterior, cuya alícuota es actualmente del 7%. Sería la segunda vez que se aumenta este impuesto en la gestión Macri, que lo llevó del 5 al 7% desde enero de 2017.
Sin embargo, ahora se evalúa un alza bastante mayor, con dos objetivos: por un lado, encarecer los viajes al exterior y desincentivar el turismo de argentinos en el extranjero, que en el último año batió todos los récord en gastos de dólares.
Por el otro, mejorar la recaudación fiscal en línea con la reducción del déficit comprometido con el FMI para el próximo año.
La aplicación de la medida dependerá de cuánto ajuste la cuenta del turismo emisivo como consecuencia del salto del dólar de $20 a poco más de $29.
De hecho, en las últimas dos semanas, la principales empresa aéreas registraron una caída de la venta de pasajes al exterior, algo que confirman grandes agencias de viaje.
Sin embargo esta decisión no caería bien en algunos integrantes del equipo económico que ven la aplicación del impuesto interno al turismo, como una mala señal a los mercados, semejante a la aplicación de un tipo de cambio diferencial al que siempre se opone el Fondo Monetario.
Desde esta posición, se considera que la fuerte suba del dólar de los últimos días tendrá el impacto necesario para que los turistas decidan de iniciar una etapa fuera del país, debido a que los costos largamente superarán las estancias dentro del territorio nacional.
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