Hace mucho tiempo que la Comuna se olvidó de las veredas
Edición Impresa | 29 de Julio de 2018 | 05:40

La Plata sigue sin resolver el pretérito problema de las veredas rotas o faltantes. Tampoco halla soluciones a los múltiples trastornos que causan las obras inconclusas que complican la circulación de peatones. Ahora fueron vecinos de la zona de 18 y 42 los que reclamaron por la presencia de vallas y otros obstáculos que les impiden desplazarse por las veredas, a partir de obras en construcción que, además, se mantienen sin finalizar desde hace tiempo.
Se sabe, sin embargo, que las protestas suelen provenir desde distintos barrios, ya que en la Ciudad se ha permitido que los responsables de la realización de obras particulares tomen toda la vereda, tabicándolas desde la línea de frentes hasta el cordón, y así obligar a que personas de toda edad deban bajar a la calle para poder continuar con sus recorridos.
Esas maniobras, además, se vuelven especialmente peligrosas cuando los peatones deben pasar entre autos estacionados y en avenidas o calles densamente transitadas. En un tramo de diagonal 80 entre 2 y 3 los frentistas detallaron que hay una obra frenada, que mantiene ocupada la vereda desde hace casi dos años.
El problema del pésimo estado de las veredas de La Plata es antiguo, está a la vista de todos, desmerece la calidad de vida de la población y marca, además, el muy bajo nivel urbanístico de una ciudad que fue ejemplar y de vanguardia, a la hora de exhibir la bondad de sus espacios públicos, sea en lo que se refiere a su mejor funcionalidad como a su limpieza. Lo más grave de la situación reside, sin embargo, en que, a medida que pasan los años, el panorama empeora.
A rasgos generales debe reiterarse que los antecedentes de este tema dejan en evidencia que buena parte de los vecinos sigue sin conocer que el mantenimiento de las veredas es responsabilidad de cada uno de los frentistas.
Sin embargo, se conoce perfectamente que muchos de esos propietarios –entre ellos podría incluirse a algunos organismos públicos, cuyas veredas suelen lucir tanto o más rotas que las de los frentes a cargo de los particulares- no sólo no cumplen con la obligación de mantenerlas en buen estado, sino que ni siquiera se ocupan de barrerlas y limpiarlas
El resultado global de esas actitudes –a las que se suman, claro está, las de los empresarios de obras o de comerciantes que las invaden con mercaderías en forma ilegítima- es que buena parte de las veredas de la Ciudad aparecen rotas, sucias, ocupadas o abandonadas. Caminar por ellas exige destrezas casi atléticas, de las que carecen la mayoría de las personas y, mucho más, las de edad avanzada o las que sufren alguna desigualdad física.
No es complejo ni oneroso lo que le corresponde hacer, como responsable primera, a la municipalidad. Simplemente debe poner en marcha un plan integral de reparación de veredas, obligando a los propietarios a mantenerlas a su costo, como les corresponde –así lo fijan las ordenanzas- e impidiendo que nadie las ocupe en provecho propio y en perjuicio de todos. Hace ya mucho tiempo que las sucesivas administraciones municipales se olvidaron por completo de las veredas y es hora de que las recuerden.
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