Venezuela, un pueblo que se debate entre el colapso y el hartazgo
Edición Impresa | 2 de Septiembre de 2018 | 03:53

CARACAS
Varios días después del arranque del plan económico de Nicolás Maduro hay más dudas que certezas de que pueda sacar a Venezuela del colapso: en las calles se palpa el hartazgo que alienta la mayor diáspora de América latina en los últimos años.
Entre góndolas vacías de supermercados y farmacias, en filas de bancos o terminales de micros, muchos expresan desilusión e incredulidad. Carne, pollo, huevos, harina de maíz, básicos para el venezolano, desaparecieron luego de que el gobierno fijara su precio, una fórmula ya ensayada antes con igual resultado.
Algunos comerciantes esperan que pase la ola de fiscalizaciones o cerraron a la espera de que se aclaren las medidas y cómo asumirán el aumento de 3.400% del salario mínimo ordenado por Maduro.
El plan incluye un aumento del IVA y la nafta, la más barata del mundo, y restó cinco ceros al bolívar, destruido por una inflación que el FMI proyecta en 1.000.000% para 2018. De dos millones para comprar un pan, ahora se habla de 20 bolívares soberanos.
devaluación
La moneda igualmente fue devaluada en 96% y quedó anclada a una criptomoneda (medio digital de intercambio) que el gobierno creó -respaldada en el precio del petróleo- para buscar financiamiento ante sanciones de EE UU. Kilométricas filas se han formado en bancos de Zulia, Bolívar y otros estados para sacar dinero en efectivo. Pero al igual que los viejos, los nuevos billetes escasean.
Huyendo de la peor crisis económica de la historia reciente del país petrolero, miles de venezolanos recorren cientos de kilómetros hacia Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Chile, durmiendo a la intemperie, llevando sólo la ropa necesaria.
Unos 2,3 millones de venezolanos -de una población de 30,6 millones- viven en el extranjero. De ellos, 1,6 millones emigraron desde 2015, según Naciones Unidas.Desde ese año la crisis ha sido inclemente, con aguda escasez de alimentos y medicamentos, hiperinflación y una criminalidad desbocada.
“La gente decide irse porque siente que no hay salvación, las medidas económicas abrieron un grifo a la salida de más venezolanos”, declaró el politólogo Jesús Castillo-Molleda.
David Smilde, del centro de investigación WOLA (con sede en Washington), prevé que la migración se acentuará entre los más pobres, a quienes la inflación y la escasez “hacen la vida imposible”.
No obstante, prometiendo que sus reformas esta vez sí serán exitosas, el gobierno socialista, que atribuye el éxodo a una “campaña de la derecha”, dice estar seguro de que los migrantes volverán.
Un avión con 89 venezolanos llegó el lunes de Perú, adonde, según el gobierno, emigraron tras los “cantos de sirena de los centros de poder”, pero sufrieron “xenofobia” y “vejaciones”.
Intentando inyectar optimismo, Maduro lanzó los “lingoticos” de oro, una emisión de bonos respaldada en pequeños lingotes, para promover el ahorro.
Una gran incertidumbre reina en las empresas. La industria funciona a un tercio de su capacidad, según la privada Conindustria. En medio de una fuerte crisis de transporte por falta de repuestos, el fabricante de neumáticos Pirelli cerró el lunes su planta en Venezuela por falta de materia prima y por no poder pagar el aumento salarial.
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