El “Camino Negro”, escenario de otro capítulo de muerte en la historia criminal de la Región

Objeto de una maldición o simplemente de la desidia -turno por turno- de los funcionarios que deben atender las rutas, el “Camino Negro” sumó ayer otro episodio a su largo historial de secretos de violencia y muerte en la Región.

La ruta Provincial 19 tiene una extensión de 8 kilómetros en los que debería cumplir el cometido de unir Villa Elisa con Punta Lara. Es el mejor acceso, desde el extremo norte del distrito y el sur del Conurbano, a un centro de recreación capaz de reunir 50 mil personas en una tarde. Nadie puede usarlo.

El descuido y mal estado “tradicional” de la traza se agudizó en los últimos años hasta volverla intransitable. Los pozos prácticamente impiden moverse a los vehículos y la vegetación crece todo lo que puede hasta devorarse la calzada en algunos tramos. A esa actividad de la naturaleza en un sitio protegido solo le compiten la mano de quienes la usan como basurero o escenario del delito y la muerte.

En la zona de Boca Cerrada (ya en Punta Lara), el camino fue un escenario paradisíaco, atravesado por la Selva Marginal “más austral del mundo”, según se sostiene en la zona. “Bienvenidos a la Reserva Natural Punta Lara”, indica un cartel cercano al inicio del ramal noreste, que anunciaba un “santuario” para la preservación de flora y fauna único en el país. Eso fue hace mucho tiempo. Hoy, el tramo que une Villa Elsa con Boca Cerrada es poco más que el acceso a un relleno sanitario a cielo abierto.

La ruta está ahora agrietada, con zanjas perpendiculares y paralelas que se van tragando lo que queda

Hoy está clausurado. Sólo concurren algunos arriesgados deportistas y los que han elegido el camino del delito.

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Desde mediados de los `70 fue una especie de zona liberada para las organizaciones armadas, como la Triple A, para dejar cuerpos masacrados y acribillados a balazos.

Durante la sangrienta dictadura, a partir de 1976, fue escenario elegido para “tirar cadáveres”, de víctimas de la represión ilegal.

En las crónicas policiales de los últimos años aparecen varios homicidios con el mismo final: el cuerpo arrojado a la vera del Camino Negro.

También evidencia: junto al Camino corre el Arroyo Carnaval, un curso de agua elegido por Ricardo Barreda para descartar la escopeta “Víctor Sarrasqueta” con la que mató a su mujer, su suegra y sus dos hijas, el 15 de noviembre de 1992.

En 2004 hallaron los cuerpos semienterrados de Marcela Basualdo y Jorge Torres, una joven pareja asesinada en Villa del Plata. El autor del crimen, Walter Olmos, los tapó con arena de construcción.

A fines de 2006, fue “plantado” un cuerpo calcinado. Entonces, un llamado anónimo dijo que era el cuerpo de Julio López, el testigo clave del juicio al represor Miguel Etchecolatz. Todo falso, pero nunca se supo de quién era.

En enero de 2008, fueron asesinado a tiros dentro de un auto Carlos Rodríguez -vendedor de autos platense de 27 años- y su novia, María Martini. Por esos crímenes fue acusado Javier Ronco, uno de los presuntos integrantes de la mega banda mixta de magistrados judiciales, ladrones y policías. También, está acusado el ex fiscal Tomás Moran por pedirle dinero a Ronco para aliviar su situación procesal en la causa por esos asesinatos.

El baño de sangre siguió en marzo, cuando fue hallado el cuerpo de un ex convicto de 25 años, que vivía en Altos de San Lorenzo. Al mes siguiente otro, un remisero de Arturo Seguí.