Magnano: “No me permito caer en que salimos campeones olímpicos”

Pasaron más de 15 años del oro en Atenas 2004, del día en que el básquetbol argentino trepó a lo más alto. Rubén Magnano fue el conductor de aquella gesta, pero no descansa en tamaña conquista. “Eso me posibilita alimentar mi próximo desafío”, afirma. El entrenador cordobés, con tono calmo y reflexivo en cada respuesta, habla de lo que fue el Mundial de la Selección, de la actualidad de Luis Scola, del presente de la Liga Nacional e incluso comparte su filosofía.

¿Te sorprendió el Mundial de Argentina?

Me sorprendió, sí, gratamente. Ahora no me voy a subir al carro triunfador y voy a ser coherente con lo que dije en su momento. Yo me había manifestado en que si Argentina entraba entre los ocho mejores ya era un lugar muy interesante, pero también sabiendo de que esos juegos, una vez que entras entre los ocho, que en este caso fue contra Serbia, son los juegos que te dan una inercia sumamente interesante. Y fue un poco como sucedió. Yo estoy agradecido como hombre del básquetbol por lo hecho por los chicos. Lo interesante es que nunca perdieron la idea de juego que les propuso su entrenador. La gran incógnita eran la talla y el peso del equipo, y sin embargo lo disimularon muy bien.

¿Consideras que el compromiso del equipo le dio un extra?

Estimo que el compromiso es el valor que te permite transformar los sueños en realidad. He visto cantidad de equipos con grandes nombres pero con muy poco compromiso que no lograron absolutamente nada. Yo te lo resumo en una frase que uso mucho: prefiero el que no sabe y quiere que el que sabe y no quiere. Ese no saber y querer pasa por el compromiso de querer aprender y mejorar. Afortunadamente en nuestra selección hemos vivido la grata curiosidad de tener atletas sumamente comprometidos.

¿Cómo calificarías lo de Luis Scola?

Me han preguntado mucho de Scola en estos últimos meses, sobre todo poquito antes, durante y poquito después del Mundial. Yo un poco lo simplifiqué diciendo que él es un monosílabo. Yo lo conceptúo con un monosílabo, que es sí. Si analizamos su historial dentro de la Selección Argentina vamos a ver un sí a partir de los 14 años. Sí a lo que ha vivido en estos últimos tiempos de reinventarse en la posición, sí a contener a un equipo, sí a tomar el testimonio en esta posta de la Generación Dorada, sí a hacerles creer a sus compañeros de que podían.

Hubo cuatro técnicos argentinos en el último Mundial. ¿Qué tiene el entrenador argentino que lo vuelve tan codiciado?

Un gran nexo entre la pasión y la preparación. Una combinación excelente para lo que es la vida de un entrenador. Y el técnico argentino es sumamente apasionado pero a través de la preparación. La estructura en nuestro básquetbol hace, obliga y permite que nuestros entrenadores mejoren día a día.

Estuviste con Lamas, Vecchio y el Oveja Hernández. ¿Qué se puede decir de ese encuentro?

Creo que en la mesa hubo un común denominador, que fueron los piropos que nos tirábamos entre nosotros. Creo que cada uno tuvo su parte en esta historia, alguno más visible y otro menos visible, pero en definitiva es así. Pasamos mucho por situaciones de recordar y apuntalar algunas situaciones. Fue un combo de recuerdos.

¿Cómo ves el presente de la Liga Nacional?

Sigo la Liga, veo dos o tres juegos semanales para estar un poco al tanto de lo que sucede. Soy un defensor acérrimo de la Liga pero no por eso voy a dejar de emitir mi concepto. Creo que estamos en un nivel medio y estimo que hay que ganar en intensidad en cuanto al juego, cosa que se dificulta por el calendario. El tiempo de entrenamiento, más la cantidad de juegos y viajes, hace que sea difícil llevar adelante un básquetbol intenso, donde la defensa tenga un papel importante. También hay que analizar cómo están formadas las plantillas. Todo para sentarse a analizar.

¿Es una quimera pensar en Magnano dirigiendo en la Liga Nacional?

No, en absoluto. Hoy por hoy mi cabeza está puesta en esta actividad en Uruguay, pero aprendí en este camino que nunca digas nunca.

En Córdoba seguramente están siempre pendientes a una posible vuelta de Magnano a Atenas…

Siempre está el run run, siempre está dando vuelta. Lo que pasa es que se me toma como un hombre de la casa. Yo siempre agradecido con la posibilidad de que me hablen y todo, pero hoy por hoy no hay nada.

¿Cómo encontraste la motivación para meterte en otro proyecto y buscar nuevos objetivos después de conseguir el oro en Atenas?

Alguna vez leí por ahí, y lo puse en práctica, a algo que marcó mi forma de actuar: la idea de que si te sentás arriba de los recuerdos no los cambias por desafíos. Yo todavía no me permito caer en que salimos campeones olímpicos y eso me posibilita alimentar mi próximo desafío, el que sea. Eso me mantiene alerta, impaciente, inquieto, y de eso se trata. No me siento arriba de la historia.