El Lobo y una semana para el olvido, que no podía terminar bien
Edición Impresa | 25 de Noviembre de 2019 | 05:44

Por WALTER EPÍSCOPO
“Se juega como se vive”, dice una tradicional frase futbolera. Y si “afuera” de la cancha las cosas no están bien, seguramente “adentro” del campo de juego dificilmente salgan bien. ¿Qué puede salir bien si la semana arranca con el técnico yéndose; con discusiones políticas; tires y aflojes para armar una lista de unidad a horas de una elección; con amenazas; con acusaciones de traición en la CD; con un plantel que se sintió dolorido por la salida de Maradona y entrenando tres días con técnicos interinos; con la suspensión del acto eleccionario; con la vuelta de Diego y solo dos prácticas de cara a un partido importante? Nada podía salir bien.
En el complemento el Lobo llegó más, pero esa reacción ni siquiera le alcanzó para empatar
Todo lo enumerado conformaba un cóctel explosivo, y si a eso se le suma un gol del adversario a los 3 minutos de partido, directamente es un cóctel muy peligroso.
Por eso no podía terminar bien la “película” de la semana Tripera. Jugó un malísimo primer tiempo. De lo peor de los últimos tiempos. Con nerviosismo por arrancar perdiendo casi desde el vestuario, con desinteligencias, sin poder crear una sola jugada de gol. Un tiro libre de Víctor Ayala y nada más.
Por otro lado, una noche para el olvido de Alexis Martín Arias que tuvo salidas en falso y desinteligencias con compañeros de la defensa, primero con Maximiliano Coronel, luego con MaximilianoCaire y también con Germán Guiffrey.
Lo cierto es que los hinchas terminaron silbando al “uno” albiazul y aplaudiendo irónicamente una fácil atajada del arquero, que en el complemento en la única que le llegaron la resolvió bien contra el palo izquierdo y evitó el segundo del elenco del Viaducto.
Poco para contar del primer tiempo, solo que parecía un equipo de desconocidos. Nunca conectaron, y solo arranques individuales de Matías García y José Paradela invitaron al hincha a pensar en que algo bueno podía pasar.
Arsenal fue práctico. Se paró bien y jugó con criterio. ¿El gol? Una buena jugada colectiva que desembocó en un centro rasante desde la izquierda de Ezequiel Piovi a la puerta del área chica y entre Guiffrey y Matías Melluso apareció Juan Manuel García para empujar la pelota y poner el 1-0.
CAMBIO DE ACTITUD EN EL COMPLEMENTO Y NERVIOSISMO
Mientras los jugadores se fueron al descanso, Brahian Alemán se quedó en el campo de juego haciendo una entrada en calor. El uruguayo arrancó el complemento por el pibe Matías Miranda, buscando ser el conductor del equipo.
Eric Ramírez bien abierto por derecha y Caco García por izquierda. Paradela y Alemán llevando la pelota, buscándose y tratando de generar juego y abastecer a Nicolás Contín. Ayala más adelantado también. Con todo eso mejoró y empujó contra el arco de Pepi Sappa.
Alemán nunca conectó con el resto ni estuvo “fino” para terminar la jugada. Desde los pies de Paradela seguía estando lo mejor de Gimnasia. Tras una jugada suya, llegó un buen remate del Perla Ramírez; también Ayala probó de lejos pero sin puntería.
A diferencia de la etapa inicial, por lo menos el Lobo iba para adelante y generaba situaciones. Encima el Huevo Rondina metió cambios para combatir en el medio e ir asegurando la diferencia, a partir de un buen bloque defensivo.
Maradona y el Gallego Méndez también movieron el banco, sumaron gente al ataque con el ingreso de Pablo Velázquez para acompañar al Tanque Contín, pero inexplicablemente sacaron a Paradela, que era de lo más claro en el Lobo, y por eso se retiró muy aplaudido por la gente.
Los últimos 15 minutos fueron a puro nerviosismo. Con más ganas que ideas, el conjunto albiazul trató de empujar hacia el arco de Sappa que se mostraba seguro, y la defensa la reventaba para cualquier lado tratando de despejar el peligro. Arsenal entendió que era una “final” y la jugó con la máxima concentración de principio a fin.
Mientras el murmullo comenzaba a ser cada vez más fuerte en el “Juan Carmelo Zerillo” y la pelota quemaba, García, Alemán y Ayala tomaban malas decisiones para terminar las jugadas, ante un rival que definitivamente hacía rato había entregado pelota y terreno. A esa altura los tres puntos parecía demasiado premio para los visitantes que no se desordenaban por nada y aguantaban.
Sobre los 36 minutos tuvo una posibilidad bastante clara Maxi Caire, pero el remate del lateral derecho se fue desviado.
Para los últimos cinco minutos el técnico mandó a la cancha a Jesús Vargas buscando romper la defensa y salió Matías Melluso (con un calambre), quedando una línea de tres en el fondo. El delantero venezolano tampoco fue solución, y así el partido se le fue escapando.
El primer tiempo de Gimnasia, fue de lo peor de los últimos tiempos. Solo un tiro libre de Ayala
Con el pitazo final del flojísimo árbitro Fernando Echenique, comenzaron los silbidos generalizados de gran parte del estadio. Insultos para el presidente Gabriel Pellegrino, reprobación también para Martín Arias y el equipo, a pesar de la reacción en el complemento que no le alcanzó ni siquiera para empatar y sumar el primer punto en 60 y 118 en esta Superliga. Aunque suene increible, Gimnasia perdió los siete partidos que jugó en su casa, 21 puntos que se le escurrieron como agua entre los dedos. Demasiado para un equipo que quiere salvarse del descenso.
Se fue una semana que empezó mal y terminó peor, solo empujado por lo que queda del efecto Maradona. Un club con elecciones postergadas, sin unidad, con marchas y contra marchas. Nerviosismo “afuera” y “adentro”. Nada podía terminar bien.
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