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Lo declaró la mujer que hace 12 días movilizó a todos con un falso secuestro en el hospital San Martín. Su pareja argumentó que también fue engañado, pero los investigadores no le creen: “No podía no saber”, dicen
Mauricio Sebastián Martínez (38) y Sandra Andrea Sepúlveda Carbajal (41), quienes hace 12 días pusieron en alerta a la policía y a la justicia platenses al denunciar que ella había sido secuestrada en el hospital San Martín justo antes de una cesárea programada, declararon ayer ante el fiscal que investigó el caso y los procesó por falsa denuncia y falso testimonio. Es que Sepúlveda nunca estuvo privada de su libertad y nada tenía que hacer aquel 6 de diciembre en el Policlínico: ni siquiera estaba embarazada.
Ante Marcelo Romero argumentó ella que arrancó con la mentira en abril de este año, cuando reapareció en sus vidas la ex mujer de Martínez y temió perderlo, igual que a la familia que supuestamente “habían empezado a formar con las dos hijas de ella”. Él, por su lado, aclaró no estar al tanto del engaño y se planto como una víctima más de la mentira de su mujer.
Desde el hospital deslizaron que planean avanzar con una demanda contra la pareja por “ensuciar” el buen nombre de la institución. Y los investigadores no creen la versión del tatuador porque “es un hombre de 40 años que atravesó los embarazos de su ex pareja, convivió los 9 meses con Sepúlveda” y no puede haber confundido su “estructura gordita”, como él mismo la definió, con un cuerpo gestante. Presumen que el tenor de las declaraciones obedece a una estrategia defensista, aunque no tienen claro por qué pudieron montar -juntos- una mentira tan fácil de desbaratar. ¿Buscaban dinero? ¿Conseguir un bebé por una vía ilegal? No hay certezas.
Por lo pronto, ambos accedieron ayer a dar su versión en la causa.
Martínez habló de su relación con Sandra -indicó que comenzó hace 4 años- y reveló que en abril “hizo dos pruebas de embarazo que le dieron negativo”, hasta que en la tercera supo “que le había dado positivo”. Admitió que le “costó entenderlo”, porque ella “tenía las trompas ligadas”, ya había perdido un embarazo “y los dos pensábamos que no íbamos a poder tener hijos”.
Enseguida empató el dato del embarazo a su revinculación con su ex pareja, a la que había denunciado en la comisaría de la Mujer de Berisso por “acosarlo telefónicamente”, aseguró. Supuestamente volvió a contactarlo en marzo de este año para decirle que “estaba arrepentida del daño que le hizo a él y a la hija que tienen en común” y quería que Martínez y la chica volvieran a verse, declaró él. Mientras tanto regía una restricción perimetral que le impedía acercarse a su hija, al colegio y al trabajo de su ex.
Reconoció que “siempre tuvo dudas del embarazo de Sandra”, pero que le creyó porque ella le llevó una ecografía y el nombre de la doctora: “Yo no soy médico y nunca entendí las ecografías”, resaltó.
A su turno, Sepúlveda confesó: “Le mentí a mi marido todo el tiempo; veníamos con conflictos por su ex pareja que aparecía todo el tiempo y a mí me había agarrado miedo o inseguridad a perder la familia que estábamos construyendo con mis dos hijas”, la menor de las cuales-refirió- “lo ve como un padre”. Dijo que quedó embarazada pero que tuvo “una pérdida” y le dio a Martínez la ecografía correcta, pero “él vio una imagen, creyó que era el bebé” y ella no quiso contradecirlo. Es que él “estaba ilusionado con su hijo varón y yo traté todo el tiempo de retenerlo”, justificó. Mientras tanto, el hombre posteaba las novedades del embarazo en Facebook. Pero el tiempo corría y, según la versión de Sandra, en agosto ella le dio a su marido una “ecografía que encontró tirada en la calle”.
“No sólo salió perjudicado el hospital. En las redes sociales me insultan, me dicen cosas y perdí muchos clientes también”
Mauricio Martínez Tatuador-procesado
Martínez confirmó que había estado “presente en el embarazo de su ex mujer porque (antes) habían perdido un hijo varón por una infección a los pulmones” y admitió que le llamó la atención que no quisiera que la acompañara a los controles, pero no notó “cambios en el cuerpo de su pareja”, se lee en su declaración. “Ella siempre fue de contextura gordita”, justificó y le habría dicho que “el bebé era chiquito”.
Más tarde ella agregó: “Yo le sacaba panza”. Para los investigadores, estas explicaciones son “inverosímiles”. Según Martínez (que tiene un antecedente por abuso sexual), Sepúlveda le había dicho que si el bebé no nacía para el 2 de diciembre debían someterla a una cesárea. Y que él le creyó. Indicó que iban al hospital San Martín porque les “quedaba más cerca y la gente se los recomendaba”, aunque él “no lo conocía”. Por eso, declaró, el día del hecho no sabía que el baño al que su mujer le dijo que iba mientras supuestamente esperaban a que la ingresaran para la cesárea “estaba a 12 pasos de la recepción”. Martínez recordó que ella lo llamó diciéndole “papi ayudame que me están llevando”. Dio detalles de lo que hizo después (aseguró que recorrió parte del hospital con un guardia, fueron a monitoreo y la buscaron con amigos), antes de radicar la denuncia en la comisaría Novena y convocar a los medios.
“Estaba desesperado porque yo creí conocerla y nunca la había escuchado así”, dijo, “pensaba solo en mi mujer y en mi hijo” y culpó al hospital “porque estaba enojado, actué por instinto, tenía hambre, estaba cansado y los medios me presionaban”, se defendió.
A su turno, Sandra indicó que cuando aquel viernes fue al baño del hospital “vio un pasillo y le preguntó a un hombre para qué calle podía salir”, trascendió de fuentes judiciales. Según su relato, se subió a un taxi que la llevó a la estación de trenes, desde donde llamó a Martínez y tomó una formación a Constitución. En el camino apagó el teléfono “para pensar”. Y se quedó “nula”. Refirió que caminó a una plaza, fue a Chacarita y desde una garita llamaron al teléfono que ella misma encontró escrito en un papel: era el de su hermana, a quien también le habría mentido diciéndole que la habían asaltado. La hermana vio el tema en las noticias y llamó al marido. “Se me fue de las manos”, cerró Sandra. La pareja declaró que todavía viven juntos, pero que están en proceso de separación.
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