Colamarino: "Manu logró lo impensado"

Obsesión, inteligencia, dedicación, entrega, pasión, pensar en el equipo, son algunas de las características que Gabriel Colamarino, entrenador en formativas de Ginóbili, identifica como rasgos que llevaron a que el dorsal número 20 de San Antonio Spurs, quede en la gloria. Esta noche a partir de las 20:30 horas, la leyenda del argentino tendrá un página más, siendo consagrado en lo más alto de la NBA.

Colamarino fue entrenador de Ginóbili en dos oportunidades. En un principio, convivió durante su formación en infantiles y cadetes. Más tarde, luego del paso del campeón olímpico por Andino de La Rioja, volvieron a encontrarse en Bahía Blanca para disputar la Liga Nacional. “En las dos etapas que estuve con Manu compartimos muchas cosas que nos dejaron una relación de amistad que perdura hasta el día de hoy”, declaró.  

“Cuando él era chico, hay que tener la referencia de que ningún argentina había llegado a la NBA, pero de Manu se dudaba de que pudiera llegar a la Liga Nacional, entonces, toda su carrera fue totalmente impensada”, expresó el entrenador formador. Sobre los inicios del 5 de la selección argentina, contó que “era competitivo a más no poder, en el buen sentido, quería mejorar constantemente y él se medía con los mejores, se pegaba un golpe y seguía insistiendo, pero nunca se puso por delante y siempre buscaba lo mejor para el equipo, algo que lo diferenció del resto durante su carrera”.

Durante su formación en las menores, Ginóbili tuvo muchos traspiés y frustraciones que lo hicieron esforzarse mucho más que sus compañeros para hacer que su obsesión de llegar a la Liga Nacional, se hicieron realidad. “Manu a los 15 años quedaba fuera de la selección de Bahía. El tema era manejar las ansiedades a esa edad. Con Pepe Sánchez siempre que tenían una hora libre a la mañana del colegio, me llamaban a casa para ver si podían ir a tirar en pleno invierno y después volver al colegio, no era fácil manejar esa obsesión”, expresó.

Al regreso de su paso por La Rioja para disputar la Liga con su ciudad natal, Ginóbili había crecido de forma impensada en un año, sobre lo que Colamarino detalló: “A partir de los 16 años su crecimiento fue abismal, tenía una cabeza muy distinta al resto acompañado de que creció 18 centímetros en un año”. La sorpresa sobre la explosión de Manu, se trasladó también a su familia: “Al segundo año de Liga, llega Sepo, su hermano, a jugar a Bahía y cuando termina el primer entrenamiento del año, se sienta al lado mío y no podía creer lo que veía en Manu, estaba terrible. A partir de esa edad fue una evolución sin parar”.

Más allá de la dedicación que dispuso Ginóbili a su entrenamiento para lograr su objetivo e incluso hacer realidad lo nunca antes soñado, su familia fue una pieza fundamental a lo largo de toda su vida. “Su familia fue un bastión importantísimo, siempre les pusieron el estudio por delante de todo y así les sacaban presión en el básquet. A diferencia de otros padres que veo en mi trabajo diario, ellos apoyaban el deporte como algo extra, su presión estaba en el colegio y nunca los presionaron para que ellos avanzaran en el básquet, hicieron que disfrutaran de jugar y eso fue fundamental en su carrera”.

Esta noche, los corazones de los fanáticos del básquet se iluminarán cuando la número 20 sea elevedad en el AT&T Center, como lo hizo la bandera Argentina sobre la de Italia y Estados Unidos en Atenas 2004, de la mano de Ginóbili. De esta manera, Manu quedará inmortalizado en la liga más grande el mundo como muy pocos extranjeros lo consiguieron. “Lo voy a vivir con una ansiedad muy distinta a las finales, playoffs o cualquier partido, va a ser algo histórico que muy pocos, fuera de los estadounidenses lograron, va a ser muy emocionante”, finalizó su entrenador.