Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
La Ciudad |Historias que alientan

Jubilados pero más activos que nunca: no se quedan quietos y ayudan a la comunidad

Dan clases, reparan juegos de plazas, tejen o participan de alguna iniciativa productiva que los mantienen fuertes, con objetivos y disfrutan de ayudar con sus acciones. Adultos mayores que ejercen la solidaridad y el voluntariado con experiencias que enriquecen

Jubilados pero más activos que nunca: no se quedan quietos y ayudan a la comunidad

maria marta da clases en un centro barrial y aporta su granito de arena para enseñar a chicos y grandes/ cesar santoro

29 de Abril de 2019 | 03:08
Edición impresa

Alguna arbitrariedad de la lengua los llamó, no hace tanto tiempo, clase pasiva. La realidad logró voltear el prejuicio social que subestimaba la vida de los adultos mayores y el estereotipo cayó en desuso. En la Región sobran ejemplos de jubilados y jubiladas no sólo bien activos sino, también, entregados de lleno a alguna tarea solidaria en la que son irremplazables.

Se trata, por lo general, de personalidades inquietas que siempre buscaron el movimiento, la actividad, ser parte de un proyecto de alguna manera productivo. Entonces, ¿qué ocurre? Llega el momento de la jubilación, se relajan en cierto sentido, pero necesitan involucrarse con algún servicio a la comunidad.

Enseñar a grandes y chicos

María Marta Pervieux -61- dejó hace dos años las clases de lengua y literatura que dictaba en distintos colegios secundarios de La Plata. Ahí nomás pensó en qué ocupar parte del tiempo libre que le otorgaba entonces el retiro. Supo de un centro barrial, “Todos por una sonrisa”, que ofrecía en su humilde sede de 88 entre 16 y 17 la copa de leche a más de un centenar de chicos y ahí se presentó para colaborar “en lo que sea”. Comenzó a servir la merienda a los nenes todos los miércoles a la tarde y advirtió que algunos adultos que concurrían al lugar no sabían leer y escribir. “Empecé hace dos meses; primero con un plan para alfabetizar a los vecinos mayores y enseguida empezaron a venir los chicos del barrio a pedirme que les dé apoyo escolar”, cuenta.

“Empecé hace dos meses; primero con un plan para alfabetizar a los vecinos mayores y después a los chicos del barrio”

María Marta Pervieux, 61 años

“Como vivo enfrente miro los juegos infantiles todos los días y estoy atento a que no se rompan”

Atilio Molinari, 90 años

 

La escena se repite los jueves, de 17 a 18.30. No menos de diez personas (la mayoría nenes pero también sus padres y hasta sus abuelos) se despliegan en el tablón largo sobre caballetes que hace de mesa en el sum recientemente construido del comedor comunitario de Puente de Fierro. Cuadernos, cartucheras y algunos libros completan el cuadro. María Marta está en lo suyo: enseñar. “Este lugar es maravilloso. Me siento muy a gusto con la gente y hace bien ver cómo se comprometen”, dice con una expresión de viva satisfacción. Al retirarse de las aulas ya proyectaba volcarse a alguna tarea de ayuda comunitaria y lo que comenzó con un sólo día a la semana ya le ocupa dos. “Hacerlo que me hace sentir muy bien”, concluye.

Una suerte de “placero”

Hace 50 años, cuando trabajaba en YPF, consiguió unos tubos de calderas que ya no le servían a la empresa y fabricó, con sus propias manos y una enorme habilidad, las hamacas y el subibaja del bulevar de 32 entre 6 y 7. Atilio Molinari -90-, que estuvo al frente, además, de un taller de chapa y pintura y herrería frente al conjunto de juegos infantiles del espacio verde, ya no confecciona ese tipo de mobiliario lúdico como antes, pero se dedica a cuidarlo y hasta a mantenerlo. “Como vivo enfrente los miro todos los días y estoy atento a que no se rompan. Ahora, hace tiempo le pedí a la Intendencia que coloque bancos, porque hay uno solo, pero hasta ahora no he tenido ninguna respuesta”, se queja el jubilado de Tolosa, una suerte de “custodio” del equipamiento de la rambla que se encuentra en uno de los principales accesos a la Ciudad.

Salir al mundo después de los 60

Un ACV del marido la mantuvo a Cora Balardi 22 años a puro cuidado del enfermo, casi sin salir de su casa. Como muchas mujeres de su generación no trabajó (“no lo necesité; mi esposo ganaba muy bien”). Pero ese largo período de atención abnegada, le sirvió, sin embargo, para iniciar, una vez viuda, a los 67 años una nueva vida, pues, la que había llevado hasta entonces le debía “algo”, sostiene. Una experiencia de 6 años en Caesa (Comisión de Ayuda a Escuelas Argentinas) le brindó una sólida formación para el voluntariado: viajó a Formosa y Jujuy en los camiones que llevaban las donaciones a esas provincias y conoció, de cerca, es decir, se vinculó, con esas familias tan necesitadas de la colaboración del prójimo. Ahora, con 80 años, ya para otra organización, Cas (Club de Actividades Solidarias) se sube al auto de donde la llamen, carga las bolsas de ropa, las lleva a su casa, hace la selección de las prendas que están en buenas condiciones y lleva los bultos al centro integral indígena Wawa Wasi, en el barrio Hipódromo, donde esa comunidad reparte los aportes entre quienes los necesitan.

“Me da una gran satisfacción estar así de movilizada. Estar 22 años haciendo de enfermera fue difícil y toda esta actividad de ahora me resultó de un enorme desahogo. Tanto en el 2006, con Caesa, como desde 2013, con Cas, me encontré con gente encantadora. Me gusta mucho dedicarme a esto y mientras me dejen seguir manejando voy a seguir haciéndolo”, remarca Cora.

Abuela de tantos

Otro caso, también muy particular. En su Facebook, Susana Arrieta se presentó así: “soy la abuela Susy, tengo 85 años, tejo para los bebés prematuros del Hospital de Niños de La Plata (sala 11)”; y agregó: “solicito por favor si pueden colaborar con un poquito de lana, cualquiera sea (color, tamaño, etc) para seguir abrigando a los más chiquititos”. Lo sorprendente fue que a la semana de esa publicación la casa de la vecina de Gonnet desbordaba de madejas y ovillos y tanto recibió para su obra que no sólo agradeció efusivamente los aportes sino que además tuvo que pedir por favor que dejaran de donarle lana.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial
Multimedia

maria marta da clases en un centro barrial y aporta su granito de arena para enseñar a chicos y grandes/ cesar santoro

atilio molinari monitorea y repara los juegos de plaza que están la rambla de 32 entre 6 y 7/ cesar santoro

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$670/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6280

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$515/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $4065

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$515.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $4065.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla