Juan Agustín Mercado: Las ideas que quedan
| 27 de Agosto de 2019 | 23:00

Las ideas suelen tener su propia historia, su propia manera de desarrollarse y evolucionar. Platón aseguraba que cuando un hombre no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre.
No es fácil describir a Juan Agustín Mercado y sus palabras. Resulta difícil interpretar de un modo que no resulte acartonado a determinadas personas. Entender sus motivaciones y sus pensamientos, lo que lo impulsa a emprender un proyecto y llevarlo adelante, a concretar su carrera como contador público pero también sus pasiones más humanas como padre, amigo, abuelo y esposo. Juan Agustín Mercado nunca dejó de aprender, porque la vida nunca le dejó de enseñar.
En la mañana del 6 de diciembre del año 2000, cuando el país aceleraba su paso seguro hacia un peligroso abismo, cuando el presidente Fernando De la Rúa anunciaba recortes de sueldo a docentes y empleados públicos, el PBI se contraía sin piedad y la desocupación alcanzaba al 14 por ciento de la población, Mercado lanzó su columna “Miedo a la decisión” en la sección Enfoque del diario El Día. Valiéndose de frases como “la fantasía es una facultad para crear y no debe ser utilizada para nuestra desdicha sino para proyectarnos al futuro”, el contador público pinceló un boceto con las principales características de una sociedad que vagaba entre la incertidumbre y el miedo.
Sus conceptos del contexto nacional, tanto en lo político como en lo económico y social, resultan preocupantemente vigentes. ¿Será que la Argentina dejó de evolucionar o que hay ideas que, simplemente, quedan vivas para siempre?
Como un ilusionista lleva adelante un sortilegio que deja boquiabierto a su público, Mercado aseguró que la sociedad se hundía en el miedo generalizado a la decisión, que el “no decidir para no perder” se había transformado en lo macro y micro de la vida. Si no tomamos decisiones, se nos escapa el presente y lo que nos espera no es más que un futuro paralizado, quieto, que no aprende de sus errores y que, por lo tanto, no evoluciona. A diecinueve años de aquella columna, sus pensamientos se mantienen más vigentes que nunca. La Argentina se encuentra una vez más presa de su propia emboscada, atrapada en un callejón cuya salida bloqueó su propio pueblo a base de ese “facilismo de sentirse víctima” del que habló Mercado.
La columna “Miedo a la decisión” es una fotografía del año 2000 que desnuda rasgos ineludibles de nuestras crisis cíclicas. Nos enfrenta cara a cara con nuestras debilidades y se sienta a esperar que aprendamos alguna vez de ellas y dejemos de repetirlas sistemáticamente. “Los ciudadanos tienen temor a la pérdida del trabajo o de la inversión realizada. Por eso muchos optan por ser rentistas y esto genera que los últimos comiencen a explotar a los primeros. Así, nos encontramos frente a una ironía que atenta contra la lógica económica: el que menos arriesga es el que más gana”, aseguró Mercado. Cualquier parecido a la realidad del 2019, no es pura coincidencia.
En los días en los que redactó su columna, Juan Agustín Mercado fue testigo de los preparativos del presidente de la nación para sumergir al país en el Blindaje y el Megacanje, dos operaciones masivas de endeudamiento y refinanciación apadrinadas por el Fondo Monetario Internacional. En aquel entonces, Mercado explicó que “Argentina debe elegir entre la decisión y la gerencia. Quien decide es dueño, quien gerencia ejecuta la decisión de otro. La deuda externa es una consecuencia de nuestros actos y nos ubica frente a la usura de un acreedor que elegimos una y otra vez, durante años”. El total de deuda para el 2019 asciende a los escalofriantes 253.741 millones de dólares, y el FMI tiene, nuevamente, un rol determinante en nuestra existencia económica.
Lo repetitivo de nuestra conducta deja entrever que, tristemente, no aprendimos mucho como sociedad. Las coincidencias que abonan el campo de pruebas son aplastantes. La renuncia de los ministros de Economía, la fuga de capitales, el ajuste y, finalmente, el correr en bandada hacia la oposición, provocando una alternancia política y económica en el gobierno que, si bien en los manuales se juzga como saludable, no deja de generar una economía pendular que no logra desarrollarse del todo, que se interrumpe una y otra vez, baraja y da de nuevo.
Llamativamente, la columna que Mercado publicó diecinueve años atrás no es pesimista sino todo lo contrario. Es la conversación de un padre preocupado que, motivado por el amor a su hijo y la experiencia del recorrido, señala con cariño los errores, propone cambios en el camino y lo despide con una palmada en la espalda. “Debemos gozar del pasado con la memoria, proyectar el futuro con imaginación y vivir el presente con inteligencia. Debemos reemplazar al miedo por el éxito movilizante”, aseguró entonces.
Mercado propuso cambiar el miedo por la decisión, la inflación endémica por un Estado profesionalizado, ágil y eficiente, la tenencia indiscriminada de bienes físicos con una formación profesional y cultural que prepare a los argentinos para lo que viene y los catapulte a una posición segura que ya no dependa nunca más de los caprichos del presidente de turno.
El mañana es un interrogante, pero aún quedan herramientas de las que valerse para que dejemos de ver nuestro futuro con temor y comencemos a interpretarlo con fe, esperanza y la fantasía de las ideas que permanecen para que, como aseguró Mercado en su despedida, el “sí” destierre para siempre al “no”.
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