Corren horas críticas para el empleo joven en nuestro país

La muy problemática realidad que desde hace años atraviesan miles de chicos desprovistos de una sólida capacitación y que se enfrentan a la realidad de un mercado laboral cada vez más ajeno a sus posibilidades –en una situación que ahora se ve notablemente agravada por la pandemia y la aguda crisis económica sobreviniente- constituye un desafío acuciante que la sociedad argentina debe enfrentar y resolver. Por cierto que la solución de fondo debería pasar por la más acabada formación intelectual y técnica de aquellos jóvenes que carecen de capacitación y, a su vez, por el mejor aprovechamiento de quienes se encuentran capacitados.

Lo cierto es que un documento difundido recientemente por la Organización Internacional del Trabajo destacó varios puntos por los cuales consideran que es el trabajo joven el más afectado por la pandemia. El primero de esos dice que, en todos los antecedentes de recesiones económicas, el empleo joven fue el más afectado. A ese ítem se suman la informalidad, la falta de cobertura social y el peso de la creciente automatización, que afecta más al trabajo de los más jóvenes. El estudio también destaca que de entre todos los jóvenes, serán las mujeres las más afectadas

El extenso informe publicado ayer en este diario no dejó dudas acerca de que la franja juvenil es la más afectada en la actualidad. Y que, como se dijo, esa realidad se vuelve más dificultosa para las mujeres que hoy, mayormente, buscan fuentes laborales en las llamadas tareas de cuidado. El trabajo publicado señala que los deliverys y los centros de telemedicina fueron las principales ofertas laborales para los jóvenes.

Las colas de varias cuadras que se formaron en estos días frente a comercios minoristas platenses que ofrecían un trabajo, con una abrumadora mayoría de jóvenes postulándose, fueron apenas una muestra más de la crítica situación existente. A su vez, los observadores del mercado laboral advierten que no sólo el impacto de la crisis sanitaria será más grande en el empleo de los más jóvenes que en el del resto de la población, sino que esperan que demande mucho tiempo recuperar a un segmento que ya era problemático antes de la pandemia.

Se sabe que entre las alternativas más viables se encuentran las escuelas técnicas que, en los últimos años, mediante convenios celebrados entre autoridades educativas y distinto sectores empresarios, lograron que se incorporaran sus estudiantes a distintas fábricas, industrias y empresas de servicio. Asimismo, distintos alumnos que cursaban estudios en el séptimo año y se encontraban a punto de graduarse pudieron hacer prácticas en algunas fábricas de automóviles como Peugeot, Toyota o Renault, en las que además recibían capacitación y todo tipo de asesoramiento. Asimismo se suscribieron convenios similares con grandes hospitales.

Sin embargo, en los últimos meses, la cuarentena complicó el escenario al interrumpirse cursos de formación en oficios, ya que la capacitación requiere presencialidad y es casi imposible de trasladar al universo virtual. Cabría recordar que los últimos datos estadísticos conocidos tampoco dejan lugar a demasiadas dudas: sólo uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 19 años de edad se encuentra preparado para ingresar al mundo del trabajo, tal como en su oportunidad lo destacó un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) en base a datos reunidos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

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El empleo joven se encuentra en su hora más crítica. La recesión que afecta a todos los sectores constituye un contexto negativo para miles de jóvenes de ambos sexos que, o bien carecen de calificación suficiente o, si la tienen, no encuentran fuentes laborales abiertas. De todos modos, ello no debiera desalentar todas las iniciativas tendientes a mejorar las alternativas laborales de quienes tienen el derecho de acceder al mercado: es más, se deberían intensificar. Por otra parte, sería impensable intentar una reactivación general de la economía sin contar con la fuerza, el espíritu de iniciativa y la voluntad de progreso, que son cualidades inherentes a la juventud.