Una despedida tan masiva como caótica en la Rosada

El funeral de Diego Armando Maradona fue tan masivo como caótico, a tono con las pasiones que despertó durante su extraordinaria vida. El funeral que se realizó en la Casa Rosada terminó en un descontrol y obligó a la familia a pedir que se retirara el féretro, antes de lo previsto, para preservar el cuerpo del astro futbolístico, que luego de los incidentes fue trasladado al cementerio de Bella Vista, en el partido bonaerense de San Miguel. Era un final previsible porque las “barras bravas” iban a tratar de poner condiciones sin que importara la situación sanitaria. Para ellos, el COVID-19 no existe.

La familia de Maradona, representada por su ex mujer Claudia Villafañe y sus hijas Dalma y Gianinna, insistió en que el funeral concluyera a las cuatro de la tarde, mientras que el Gobierno proponía que la ceremonia se extendiera al menos hasta las 19. Esa diferencia nunca fue saldada, menos después de los desbordes en la 9 de Julio y la Plaza de Mayo, porque la familia del Diez ya se mostró inflexible para cambiar el horario inicial.

Finalmente, el cortejo fúnebre partió de la Casa Rosada por la avenida Paseo Colón, para evitar a la muchedumbre que hacia las seis de la tarde permanecía en la Plaza de Mayo.

En medio del desconcierto, el Gobierno desmintió haber ordenado una represión de los fanáticos de Maradona, al tiempo que responsabilizó por los incidentes a la Policía de la ciudad de Buenos Aires -anoche contestó el vicejefe del gobierno porteño, Diego Santilli, ver aparte-, que notificada del cierre del acceso a la Casa Rosada intentara que no llegaran hasta la Plaza de Mayo las columnas de miles de personas que tenían el propósito de acercarse a la capilla ardiente.

A su vez la Policía Federal perdió el control de la situación en las inmediaciones de la Plaza de Mayo y cientos de fanáticos ingresaron a la Casa Rosada a pesar de los gases lacrimógenos en el interior y exterior del edificio.

En su retirada de la Casa Rosada, los violentos pasaron por el Salón de los Bustos y rompieron la estatuilla del ex presidente Hipólito Yrigoyen. Los incidentes fueron protagonizados por una facción de la barra brava de Boca Juniors. Más temprano, otro grupo de la barra Xeneize con su jefe Rafael Di Zeo a la cabeza -como invitado- había pasado por el funeral del Diez eterno.

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La falla de organización provocó una reunión de urgencia en el despacho del presidente Alberto Fernández, a quien acompañaron el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro del Interior, Wado de Pedro; y la titular de Seguridad; Sabina Frederic. El mandatario había intentado previamente tranquilizar a la gente que amenazaba con saltar hacia la sede gubernamental.

“El Presidente es así, no lo pudimos frenar”, admitió uno de los colaboradores directos de Fernández. El nerviosismo oficial se acrecentó por la presencia de Cristina Kirchner, quien se acercó a la Rosada para darle su último adiós a Maradona. La vicepresidenta no visitaba la sede del Gobierno desde el 30 de agosto, cuando se anunció la reestructuración de la deuda externa.

La presencia de Cristina coincidió con el peor momento de los disturbios, por lo cual debió retirarse de la Rosada prácticamente por la puerta trasera: el Museo del Bicentenario. Otros funcionarios la imitaron, entre ellos los ministros Jorge Ferraresi y Matías Kulfas. Minutos antes había llegado el gobernador Axel Kicillof, quien se despidió de Maradona acompañado por el presidente Fernández.

El plantel de Gimnasia y Esgrima de La Plata, que Maradona dirigió en su última experiencia en el fútbol profesional, también estuvo en la Rosada y varios de los jugadores y el técnico ayudante Sebastián Méndez depositaron flores sobre el féretro. Lo mismo hizo una reducida delegación de Independiente, con el capitán Silvio Romero a la cabeza.

En representación de River Plate, en tanto, se pudo ver al técnico multicampeón Marcelo Gallardo y al manager Enzo Francescoli, mientras que desfilaron ex jugadores que compartieron equipos con Maradona, como Oscar Ruggeri y Neri Pumpido, de la Selección campeona del mundo en México 86. La despedida del astro incluyó a Carlos Tevez, Javier Mascherano, Martín Mascherano y Claudio “el turco” García.

Entre las seis de la mañana y las tres de la tarde, cuando se desataron los incidentes, todos los movimientos en torno al féretro estuvieron controlados por Claudia Villafañe. A tal punto, que se les impidió el ingreso a Rocío Oliva, ex pareja de Maradona, y a abogado Matías Morla, quien defendió a Diego en el juicio contra la propia Claudia.

Hacia las once de la mañana ingresó a la Casa Rosada el presidente Fernández acompañado de la primera dama Fabiola Yáñez y de los secretarios Julio Vitobello y Juan Pablo Biondi. También fue de la partida el titular de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina, quien sumó al féretro la camiseta del club de La Paternal, donde el astro hizo las divisiones inferiores y debutó en Primera División.

Al Presidente se lo vio conmovido, con los ojos llorosos, luego de abrazar a Claudia, mientras que Gianinna se desplomó junto al cajón y la contuvo Dalma. “¡Vamos Diego!”, fue el grito más repetido entre quienes lograron ingresar a la sede de gobierno. Ante cada exclamación, surgieron aplausos como sucedía con las mejores jugadas de Maradona.

En la histórica Plaza de Mayo, la Bandera permaneció izada a media asta, a tono con los tres días de duelo nacional que decretó el Presidente. Miles de personas hicieron la fila y predominaron las camisetas de Boca, Argentinos, Gimnasia, el Nápoli italiano y la Selección.

El tono político del funeral se lo dieron militantes de agrupaciones oficialistas, como La Cámpora y Barrios de Pie, mientras que los vendedores ambulantes se hicieron su noviembre con remeras, banderas y flores. En la punta de la Plaza de Mayo que da al Cabildo, se instaló una pantalla gigante que mostraba a quienes hacían la fila, las imágenes dentro de la Casa Rosada.

Cada vez que se registró algún encontronazo entre los fanáticos y las fuerzas de seguridad, alguien empezaba a cantar “el que no salta es un inglés” y entonces se distendían los ánimos exaltados. Pero la paz duró hasta que los seguidores de Maradona se enteraron de que el funeral concluiría a las 16 y que la mayoría de ellos se quedaría sin despedir al Diez.

A esa altura de la tarde, el féretro había sido trasladado a otro salón de la Casa Rosada, bajo custodia de efectivos del Ejército que portaban armas largas. Un par de horas después, hacia las seis de la tarde, el presidente Fernández y otros funcionarios salieron a la explanada de la sede gubernamental para despedir al ídolo argentino, antes de que el cortejo fúnebre lo depositara en el mismo cementerio donde ya descansan su madre Tota y su padre Diego.

Ni Gianinna ni Dalma se acercaron a saludar a Cristina. Con Claudia sí hubo un abrazo