La vuelta de los guacamayos, el gigante de los mil colores
Edición Impresa | 8 de Noviembre de 2020 | 05:56

El nacimiento hace pocas semanas de la primera cría de guacamayo rojo tras 150 años de extinción en estado silvestre, califica como un hecho histórico que hasta abre puertas a la economía. Y es que si para los seres humanos ver volar un guacamayo puede generar una emoción única e irrepetible, el carismático pájaro cumple además el importantísimo rol de ser “dispersor de semillas y regenerador de bosques”, según destaca Sebastián Di Martino, encargado del desafiante proyecto de la reintroducción de especies en nuestro país.
Por otro lado, su presencia, entre otros animales silvestres en cuyo retorno se trabaja, es fundamental para ayudar al desarrollo de comunidades y pueblos que pueden trabajar brindando los servicios que demanda el ecoturismo en las áreas protegidas.
“Se trata de un ave espectacular -describe Di Martino- de las más grandes del mundo y con unos colores increíbles: rojos, azules, verdes. Pero lo que importa sobre todo es que es un consumidor de frutos y dispersor de las semillas con un rol fundamental en la regeneración de las selvas y de los bosques nativos del nordeste de Argentina. Esa función se perdió junto con el guacamayo rojo, y es lo que más nos interesa recuperar”.
“Viven principalmente en pareja -añade el biólogo- ponen tres huevos por nidada, pero en general no logran sacar adelante a más de un pichón por año. Queremos regenerar una población autosustentable porque esta especie se extinguió completamente en la Argentina, no queda un solo guacamayo rojo viviendo en libertad excepto los que liberamos nosotros. El objetivo es que aumente el número de individuos sin que tengamos que seguir haciendo liberaciones. Por eso la reproducción es tan importante. Y el objetivo supremo es que los guacamayos recuperen su rol de regenerar nuestros bosques nativos dispersando las semillas de los frutos que comen. Para eso tenemos que ayudar a parar y tratar de revertir la crisis de extinción de especies, que a nivel global es la más preocupante pero no lo único. Y todo está relacionado, el cambio climático, la aparición de pandemias, las secas cada vez más prolongadas, inundaciones, etc., y la extinción de especies, un proceso que es irreversible”.
LOS NACIMIENTOS
Los celebrados nacimientos de guacamayos rojos fueron logrados por la fundación Rewilding Argentina en los Esteros del Iberá, en Corrientes, lo que constituye, según los especialistas, un “gran paso” para recuperar la especie.
El logro llegó luego de que una pareja de guacamayos rojos sacara adelante 3 huevos que eclosionaron y dieron lugar a los tres primeros pichones silvestres en libertad, “algo que no ocurría desde hace más de 150 años en nuestro país”, según destacó la fundación, que tuvo origen en “The Conservation Land Trust” del fallecido Douglas Tompkins, quien inició en 2015 el trabajo científico para reintroducir el guacamayo rojo en el Iberá.
“El nacimiento de estos pichones silvestres en Parque Iberá es un gran paso para la recuperación de la especie en Argentina”, indicó la organización, que había comunicado a fines de junio pasado la liberación de cinco ejemplares de esa ave.
En mayo de este año se registró la puesta de un huevo por parte de una pareja de guacamayos liberada en un portal de acceso a los esteros denominado Cambyretá, mientras que en 2019 se observaron los primeros tres huevos de un casal que representó la primera unión que comenzó a utilizar y defender una caja nido instalada por la fundación. Fueron los primeros eventos reproductivos registrados en el proyecto, y aunque no prosperaron, se determinó que eran “viables”.
Ahora, los “padres” de los tres pichones recién nacidos fueron “Niky” y “Sopa”. Sobre ellos, los especialistas de la fundación explicaron que “vinieron del cautiverio, son animales que han estado en contacto con la gente y que entrenamos durante muchos meses para que puedan volver a la vida en libertad. Desde enseñarles a volar, porque muchos de ellos no saben porque siempre vivieron en pequeñas jaulas, y también eso tiene que ver con enseñarles a encontrar comida, porque para ellos la comida venía en bandejas con girasol, maní y alguna fruta. Ahora hay que cambiarles esa dieta de verdulería por otra de frutos nativos que están en las ramas de los árboles, y enseñarles a evitar los depredadores, porque un perro o un gato era para ellos lo más normal del mundo, pero también puede haber un zorro o un gato montés que se los quiera comer”.
EN CONTRA DEL MASCOTISMO
El retorno de especies extintas como el guacamayo -explican los especialistas- con el aumento de individuos viviendo en forma silvestre, demandará una conciencia colectiva que rechace “el mascotismo” o la domesticación de la fauna.
“En el caso de los loros -apunta el biólogo Di Martino- es sabido que los simpáticos pájaros tienen la capacidad de repetir el habla humana, lo que los convierte en un atractivo bicho de compañía y fuente de diversión familiar. Pero en el caso de los guacamayos su lugar no es en las jaulas sino en la selva y los bosques del nordeste de la Argentina”.
El encargado del proyecto de reintroducción de especies detalló que los guacamayos “no son de los loros que mejor pronuncian palabras, pero esto es algo que tenemos que desterrar totalmente, porque estas aves no tienen que ser reducidas al mascotismo, no se les tiene que enseñar a hablar”.
“Este vistoso pájaro -añadió- se extinguió muy tempranamente en el país, sobre todo por la destrucción de las selvas en las que habitaba, por la caza para obtener sus plumas, o su carne que se consumía en el pasado, y por reducir estas aves al mascotismo, o sea para que sean aves de compañía”.
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