Mientras rebotan los casos, permitirán fiestas al aire libre

- La Provincia autoriza las fiestas al aire libre de hasta 200 personas. Lo anunció el Jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco.

- Y en el despacho del Jefe de Gabinete de la Nación, Santiago Cafiero, están reunidos evaluando con preocupación el aumento de casos. No se entiende nada.

Probablemente ese diálogo, al mediodía, en un grupo de WhatsApp de periodistas, resuma lo que sintieron ayer muchos lectores al asistir a dos anuncios divergentes. Dos noticias como realidades paralelas. Como de países diferentes. En rigor, todo ocurría a la misma hora y en el mismo país: Argentina.

La incredulidad se imponía y, a la par, parecía confirmarse una manifiesta claudicación de las autoridades ante el hecho consumado: la proliferación de masivos eventos clandestinos, la acracia individual de una buena parte de la sociedad que, tras largos meses de extenuante cuarentena, “se ve con licencia para pisotear “ cualquier protocolo. La costumbre y el deseo doblegando las leyes de un Estado impotente que hace tres semanas hizo de la Casa Rosada una cancha de fútbol: cientos de miles se aglomeraron para despedir a Diego Armando Maradona y la pandemia pareció desvanecerse en ese caos. Es posible que muchos -todos aquellos que suspendieron su vida en estos meses- lo hayan interpretado de esa manera: que, aún sin vacuna, la normalidad campeaba entre nosotros. ¿Cómo convencerlos de lo contrario frente a esas imágenes que dieron la vuelta al mundo?

“No somos necios. Sabemos que las fiestas clandestinas se hacen y buscamos desalentarlas”, admitían ayer cerca del gobernador, Axel Kicillof, luego de que su jefe de Gabinete, Carlos Bianco, anticipara en Casa de Gobierno la inminente habilitación de los festejos al aire libre con un máximo de 200 personas, en perímetros cerrados y con aforo del 30 por ciento. Se incluirá también a los salones de fiestas, en tanto tengan espacios abiertos.

La medida, que deberá ser normada por cada municipio una vez que se oficialice el marco regulatorio, se propone desactivar las reuniones clandestinas que, como se ha visto en La Plata, muchas veces llegan a reunir a miles de personas. También, coincide con el reclamo de los propietarios de casas de fiestas infantiles, afectados por el parate pandémico.

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Pero colisiona a su vez con los intentos por mitigar el virus, justo cuando frena la baja de casos diarios: el lunes se reportaron en la Provincia 1.532 nuevos positivos; ayer, 2.226, frente a los 1.365 acumulados del 7 al 13 de diciembre. Una luz de alarma que ayer -casi en simultáneo con el anuncio provincial- obligó a una reunión tripartita entre los ministros de Salud de la Nación, Ginés González García; la Provincia, Daniel Gollan, y la ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós. (Ver aparte).

Hubo allí expresiones de “preocupación” porque “sigue habiendo circulación comunitaria del virus”: mientras que en la Provincia adjudicaron el aumento en la detección de casos al “relajamiento generalizado”. Y agregaron que “la causa modal de los contagios está en los encuentros” en espacios cerrados. No en manifestaciones callejeras, evento multitudinarias como el funeral de Maradona o el incipiente comienzo de la temporada de verano.

El mismo día en que se adelantó el permiso para la realización de fiestas con hasta 200 personas también se insistió en la necesidad de extremar los cuidados -colectivos e individuales- durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, fechas para las que se habilitarían reuniones con apenas el 10 por ciento de lo propuesto para los festejos al aire libre: hasta 20 personas.

En una época pródiga en reuniones sociales, y tras la venia bonaerense dada a los festejos, el Gobierno lanzó una advertencia que choca con lo que hace tiempo se ve en las calles: “No podemos relajarnos. La pandemia no terminó”, dijo Cafiero. “No tener una segunda ola en los próximos días o meses depende de nosotros”, aseguró Bianco, y no descartó una eventual “marcha atrás si vemos cierto peligro”.

Pero, después de haber quemado las naves de la cuarentena estricta, después del generalizado hastío social y las dificultades económicas que impuso semejante parate, ¿hay lugar para un nuevo encierro?

En la comuna platense creen que no. Y que si bien las fiestas clandestinas que desbordan es una preocupación, también lo es que su regulación pueda redundar en una suba de contagios que obligue a otro confinamiento.

“No podemos pasar del Estado policía al Estado permisivo tan fácilmente, porque en el camino tenés a la gente, que empieza a desentenderse de los cuidados y eso nos perjudica a todos”, cuestionaban fuentes municipales tras la decisión que, contra lo esperado, busca legalizar las fiestas al aire libre. Justo en la semana en que concluye el calendario escolar de un año con mayoría de colegios cerrados.