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Ansiosexualidad: qué pasa cuando se esfuma el deseo

Este trastorno, muy común para la época, provoca que no podamos disfrutar de la intimidad

Ansiosexualidad: qué pasa cuando se esfuma el deseo
8 de Febrero de 2020 | 01:31
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Es sabido que la función sexual no es puramente reproductiva. El sexo nos otorga, en general, una sensación de bienestar que nos relaja y da placer. 

Pero, cabe preguntarse: ¿Qué sucede si, en vez de disfrutarlo, nos genera ansiedad? ¿Qué ocurre cuando estamos estresados y se esfuma el deseo? Este trastorno se conoce como ansiosexualidad y en la era en la cual vivimos, afecta a muchas personas.

El agobio de la vida cotidiana anula las ganas de casi todo y en ese conjunto también están metidas las relaciones sexuales. Las personas necesitan sentir que todo va bien, que están estables tanto física como emocional y psicológicamente para pensar en sexo. Por eso, ante algún conflicto, malestar, problema, lo más lógico es que anhelo por compartir la intimidad con alguien desaparezca. 

La sociedad en la que vivimos se presenta como el problema principal: la inmediatez, el apuro, los nervios, el estar “conectados” a través de la tecnología siempre desemboca en una ausente calma. El momento de paz y tranquilidad no llega, es inalcanzable.

“Algunas personas no llevan el estrés tan bien como otras. Es posible que el estrés tenga un efecto particularmente grande en su vida sexual porque para ellos no es tan fácil apagar sus efectos”, fue la explicación que otorgó el doctor Justin Lehmiller (investigador del Kensey Institute) en una entrevista con la revista GQ. “Para algunas personas es mejor esperar, porque el sexo tiene el potencial de agravar el estrés que están sufriendo”, añadió el profesional a modo de recomendación. Dado que la ansiosexualidad es temporal pero es bastante difícil de combatir, los especialistas sugieren “paciencia”, otra palabra muy poco usada y sobre todo aplicada en estos tiempos. 

Existe otro grupo de ansiosexuales y son aquellos que, por diversos y variados motivos, la intimidad y proximidad con un otro les genera “tensión, nerviosismo y estrés”, por lo tanto su reacción es huir o evitar el sexo. Ellos no disfrutan de ese momento ni lo ven como algo placentero. Apenas un acercamiento con alguien puede generar en sus mentes una catarata de pensamientos negativos y de inseguridad, que desembocan en reacciones físicas: palpitaciones, tensión, bloqueo, sudoración, pérdida de sensibilidad, todos síntomas propios de la ansiedad. 

El grupo de personas que sufre este trastorno pueden ser caratulado como “estrechos”, “apáticos sexuales”, “cerrados”, “introvertidos”, pero en realidad un problema los aqueja y sufren en silencio. 

Recomendaciones

Aunque cueste superar este problema, la psicóloga Melania Figueiras brindó algunos consejos para alcanzar una “vida sexual placentera”, aprendiendo a manejar el estrés y la ansiedad del día a día: “encontrar actividades en las que puedan liberar esa energía contenida, ponerse como primer propósito autoexplorarse y conocer lo que les gusta antes de intentar complacer a sus parejas”.

Además, su recomendación para los ansiosexuales es: “Desde el día anterior a la relación, hay que tener pequeños gestos que fomenten el deseo: caricias, miradas en el espejo, mensajes eróticos, leer libros excitantes o comunicarse de forma respetuosa y más abierta con la pareja”. 

Tipos de ansiedad

Ahondando en el tema, también se puede hablar de dos tipos de ansiedades: en primer lugar está la ansiedad generalizada hacia el sexo. Aquí se ubican, con más frecuencia, las mujeres. 

De acuerdo a un estudio hecho por Journal of Sex Research, un tercio de las mujeres se siente “descontenta” con la apariencia de su cuerpo, lo que se traduce en una autopercepción complicada que les impide disfrutar de sí mismas o con su pareja. Al estar “preocupadas” por cómo se ven, cómo deben hacerlo o lo que su pareja podría estar pensando de ellas, no disfrutan de los encuentros sexuales, dejándoles un resultado negativo. Y, como no la pasan bien, evitan ese tipo de intimidad.  El segundo tipo es la ansiedad de ejecución, que está ligada a la idea de tener que hacerlo “todo perfecto” en el sexo. Esto está más asociado a los hombres y hasta puede generarles disfunciones sexuales ante el planteamiento de ver el sexo como una tarea a cumplir. 

Para romper con estos patrones “ansiosos”, lo más importante, siempre, es tratar de trabajarlos a conciencia, permitiéndonos un espacio de conexión con nosotros mismos y nuestra pareja. La comunicación es clave, como en todos los vínculos y recordar que la sexualidad no “aparece” en el instante exacto del encuentro íntimo, que uno puede ir desarrollándola a lo largo del día con pequeños gestos que van a ir despertando el deseo.

En el último de los casos, si no conseguimos apaciguar esas exigencias, miedos y ansiedades, consultar con un profesional de la materia. 

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