El dilema de besar y estrechar la mano

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MILÁN

AP

Cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, se acercó a saludar con un beso en la mejilla al primer ministro italiano Giuseppe Conte, no una sino en dos ocasiones durante una cumbre en Nápoles días atrás, fue mucho más que un saludo. Fue una señal para que los ciudadanos no teman a sus vecinos mientras se propaga el coronavirus proveniente de China y el cual llegó a Europa vía Italia.

Los besos amistosos en la época del coronavirus se han convertido en un nuevo dilema, especialmente en el efusivo sur de Europa, donde quizás tengan que cambiar las costumbres. Pero incluso los norteños más reservados están lidiando con renunciar al sagrado apretón de manos. El comisionado especial de Italia para el coronavirus, Angelo Borrelli, sugirió que la efusividad de los italianos podría estar contribuyendo a la propagación del virus, a partir de la cantidad de personas que dieron positivo y las que fallecieron por la enfermedad.

Pero no ha habido edictos oficiales sobre la costumbre social de los besos, que según los sociólogos está enraizada en la cultura mediterránea italiana. “Tenemos mucho contacto, nos damos la mano, nos besamos, nos abrazamos”, dijo Borrelli. Y agregó: “Tal vez es mejor en este período no darse la mano, y no tener demasiado contacto”.

El ministro francés de Salud, Olivier Veran, recomendó a las personas que reduzcan la “bise”, la costumbre en este país y en otras partes de Europa saludar con besos en las mejillas, además de estrechar la mano. Francia, que ha tenido muchos casos y muertes, hizo una recomendación similar durante la epidemia de gripe porcina hace una década.

En España, donde los besos en las mejillas también están muy arraigados, hasta ahora continúa la práctica sin cesar. En Alemania, donde se enseña a los niños a estrechar la mano con fuerza para demostrar la personalidad, los expertos en salud están aconsejando dejar la etiqueta tradicional.

 

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