En el nombre de la pandemia

Me impulsa a escribir el recuerdo latente del motivo que llevó al gobierno nacional a implementar medidas tan acertadas como difíciles (y hasta dolorosas) para nosotros: en el nombre de la pandemia nos tuvimos que aislar de nuestros contextos cotidianos, de gran parte de nuestros afectos, de las actividades que nos proveen el sustento o de aquellas que nos dan esparcimiento. Todo esto –se sabe, se dijo- no persigue otro objeto que el de resguardar al sistema sanitario, único garante de la salud de todos y cada uno de nosotros.

Recientemente el Distrito I del Colegio de Médicos de la provincia de Buenos Aires –institución a la cual represento- hizo manifiesto su más enfático rechazo al DNU del Poder Ejecutivo Nacional, que habilita el trabajo de médicos extranjeros en nuestro territorio, sin haber cumplido con la reválida o convalida del título en nuestras universidades nacionales. Dicho decreto, sin más, obliga a los colegios médicos provinciales a autorizar la actividad de los mismos sin el debido contralor. Esto, sin dudas, diezma la capacidad de acción de las instituciones colegiadas cuyo primer mandato es el de asegurar el correcto acto médico, bajo las premisas de la excelencia de la atención y la seguridad de la población.

Oportunamente, al tiempo que manifestamos que esta situación pone en riesgo la calidad de la atención médica, hicimos público nuestro respaldo a nuestros médicos matriculados: en la lucha contra el COVID-19, su desempeño profesional es reconocido a nivel internacional, por lo que su ejemplo no debe ser ignorado por nadie, como así tampoco sus necesidades.

En los días sucedáneos, me ha encontrado la reflexión profundizando en estos conceptos, para ponerlos en contraste con las políticas implementadas en nombre de la pandemia para cumplir con la citada premisa fúndante: resguardar el sistema de salud. No obstante, de manera inevitable, derivé en las acciones de gestión que aún faltan para estar a las alturas de las dificultosas circunstancias que nos aquejan, y aún también en aquellas acciones que están fuera de eje, fuera de registro: la contratación de médicos extranjeros es una de ellas.

Antes que soluciones de afuera, los problemas de adentro

La provincia de Buenos Aires posee cerca de 60.000 médicos y médicas capacitados para brindar una atención de calidad. En tanto, dos consabidas verdades que se superponen: el personal sanitario es el único sostén del Sistema y el primero en sufrir las heridas que las malas gestiones gubernamentales le han ocasionado a la Salud: los magros sueldos, la violencia intrahospitalaria, la falta de personal, la falta de insumos, el cierre de servicios, los edificios que se caen a pedazos, son algunos ejemplos.

Convivo con el pleno convencimiento de que los aplausos genuinos (los de la población) son movilizados por un consciente colectivo que se hace eco de la verdadera situación en la cual los profesionales sanitarios afrontan la pandemia.

LE PUEDE INTERESAR

El gasto militar con el mayor aumento desde 2010

LE PUEDE INTERESAR

La cuarentena y el comportamiento social

En unas circunstancias que apremian, resulta imperioso prescindir del mero discurso, la improvisación y lo políticamente conveniente, para centrarse en las acciones necesarias.

En tanto se busca la asistencia de profesionales extranjeros, en las universidades nacionales abundan los médicos que no han podido acceder a sus títulos; 170 médicos y médicas argentinos dispersos por Estados Unidos y Europa, reclaman ser repatriados para enfrentar la pandemia.

Argentina está a la cabeza de los países con mayor número de profesionales de la salud contagiados de COVID-19 (14 por ciento); el reclamo por falta de insumos de bioseguridad (en cantidad y calidad) emana de todos los hospitales; las ofertas salariales para nuestros médicos y médicas van por debajo de la Canasta Básica.

Por su parte, el sector privado de la salud se encuentra sumergido en un desastre económico que involucra tanto a las instituciones como a los profesionales. Los médicos perciben miserias por sus prácticas y consultas, y deben afrontar el suplicio de las demoras en los pagos por parte de la prestadora de salud provincial.

Para enfrentar la pandemia no se necesitan de insinuaciones de un cambio de modelo prestacional, sino de un compromiso firme por parte del Ministro de Salud de la Provincia y del presidente del IOMA, para con los médicos del sector privado y con las instituciones sanatoriales.

La gestión en salud que atienda estas necesidades llevaría tranquilidad no sólo a la población, sino que también al ministro y a su equipo. Se trata de un camino lógico y sensato que lo proveería de un capital político auténtico, basado en el apoyo de toda la sociedad, y de los profesionales de la salud, conjuntamente con sus entidades de representación.

Por tanto, mi sugerencia hacia el ministro de Salud de la Provincia, parte de una pragmática simple y orientada a lo cercano: en primer término, mejorar sustancialmente el salario médico, mejorar las condiciones laborales del sector público y privado. Esto es, sin más, procurar que trabajar de médico resulte conveniente, rentable, seguro y digno.

Por último, en el nombre de la pandemia y del resguardo del sistema sanitario, realizar una provisión exhaustiva de materiales de bioseguridad de calidad a cada profesional, a todos los servicios, a cada centro de atención, para que los aplausos de reconocimiento a nuestros “héroes” se vean plasmados en el cuidado que ellos y sus familias merecen.

* Presidente del Distrito I, Colegio de Médicos Provincia de Buenos Aires

“Nuestro médicos son reconocidos internacionalmente y eso no debe ser ignorado, al igual que sus necesidades”