Los repartidores, “esenciales” en la cuarentena y blanco repetido de los delincuentes

Según un relevamiento del sector, en dos semanas hubo siete robos. Piden más controles callejeros para detectar motochorros

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El “boom” de los asaltos a repartidores fue una de las novelas policiales fuertes de los últimos dos años. Lo que comenzó como ataques dispersos y al “voleo” en barrios periféricos, mutó con rapidez en atracos planificados y certeros, que tenían horarios, escenarios específicos y una frecuencia mayor. Hubo marchas, se crearon grupos de WhatsApp con cientos de integrantes para mantenerse alerta. Hasta llegaron a identificar a un grupo particular, “la banda de las tres Tornado”, como la causante de los hechos más violentos.

Con la cuarentena, el delivery se convirtió en un servicio indispensable. Un alto porcentaje de las compras dependían de la disponibilidad de los mensajeros que, por otra parte, debían procurarse por sus propios medios el equipamiento sanitario para poder circular y operar sin riesgo para su salud y la de los clientes. Por esa causa, el 22 de abril se llevó a cabo una movilización en diagonal 74 y 12 en la que reclamaron “materiales de protección como barbijos, guantes, alcohol y un aumento de la tarifa por los repartos realizados”, le explicó Lucas a EL DIA en esa jornada.

A ese reclamo le siguieron dos más, con eje en la inseguridad. En medio de esa coyuntura, los asaltos aparecieron de nuevo. En principio como algo esporádico. Desde hace dos semanas, se volvió recurrente y peligroso: siempre son armados y con un objetivo claro, las motos o bicicletas de los repartidores. “Ya no se llevan la plata que tenemos encima ni los celulares, van derecho a la moto”, graficó Emiliano, que pertenece a la app Glovo. A esa circunstancia se le suma otra cuestión no menor, y es que los ataques suceden en cualquier parte de la Ciudad.

Según la lista que lleva una de las agrupaciones que reúne a jornaleros registrados en las distintas apps, en 15 días hubo por lo menos siete atracos. En cada uno, el botín fue el vehículo de la víctima.

Cristian (42), un cocinero que con el aislamiento se vio “obligado” a buscar otro horizonte para alimentar a sus cinco hijos, se encuentra dentro del conjunto de víctimas más recientes. El sábado 13 de junio, a las 22.30, dos delincuentes le sustrajeron una Keller roja 110cc. mientras entregaba un pedido en 78 bis entre 16 y 17.

La día siguiente, en los celulares se escuchaba el siguiente audio enviado por un “glover” al grupo de WhatsApp: “Atención compañeros. Saliendo de plaza Moreno, por diagonal 73 para plaza Azcuénaga, dos motos. Una era una 110cc. con una piba rubia atrás. Los seguía un encapuchado, como con un pasamontañas. Miraban para todos lados e intentaron robar una bici”.

El jueves último, siempre conforme al recuento de los repartidores, hubo tres episodios en el casco urbano. Uno fue en diagonal 80 y 116, frente al Bingo; otro por la zona de 16 y 57. Y el último en pleno Centro, en 43 entre 11 y 12, tuvo similitudes con el ataque a Cristian: los ladrones eran dos y usaron un cuchillo. En tanto, fuentes policiales revelaron que en Lisandro Olmos un joven de 25 años se salvó por los pelos, al ser abordado por dos desconocidos en 194 entre 53 y 54 que le dispararon varias veces para sustraerle la moto. Por fortuna no le acertaron ninguna bala. En tanto, en 473 y 132, el sábado por la noche al menos tres sujetos frenaron el utilitario en el que circulaban para arrebatarle el rodado a punta de pistola a un repartidor de pizzas.

Los autores de los hechos en Olmos y en el centro platense fueron detenidos el viernes, luego de una serie de siete allanamientos en distintos domicilios de Altos de San Lorenzo.

Sin embargo, sostienen los damnificados, “lo que falta es algún tipo de operativo de tránsito que pare a los que no llevan casco o anden en actitud sospechosa”.

“Al principio se vio un aumento considerable de asaltos, después se calmó un poco, o al menos estaba normal hasta esta semana (por la anterior) que volvió a levantar”, explicó Franco, empleado de Pedidos YA!. Un compañero, que prefirió mantener el anonimato, añadió que “lo que nos está pasando es esto de ir a cualquier lado, sin ningún tipo de control. Y cuando te negás, queda como un legajo negativo por ‘incumplir el trabajo’. Es un problema grande. Si vos no te presentás a esas direcciones, te ‘pausan’, te prohíben trabajar por una hora más o menos”.

Ahora, los repartidores quieren presentar un reclamo formal en el Ministerio de Trabajo. Resaltan allí que “el servicio de delivery por aplicaciones no dejó de funcionar desde que comenzó la cuarentena, se nos nombró entre los “trabajadores esenciales” y salimos a la calle a poner nuestra parte. La inseguridad es un problema de la sociedad en general y nadie está exento, pero si el hecho ocurre trabajando para una empresa que unilateralmente decide horarios, zonas y valor del trabajo y a la vez desconoce la relación laboral a la hora de responder por las pérdidas, el problema no es solo inseguridad, hay abandono”.

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