Uno de los rubros más golpeados, entre cierres y caídas abruptas de la actividad

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Las peluquerías, junto a las estéticas y otras actividades relacionadas, son parte del rubro denominado “Servicios Personales”, que recién quedó habilitado a funcionar a mediados de julio pasado. Y el resultado fue desastroso para el sector: un reciente informe elaborado por el Laboratorio de Desarrollo Sectorial y Territorial de la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP mostró que los servicios personales cayeron en el segundo trimestre un 73 por ciento interanual, un golpe del que será muy duro reponerse. De hecho, algunos referentes del sector han estimado que hasta el 30 por ciento de las peluquerías, centros estilistas y barberías tuvieron que bajar las persianas en este período. Y mientras duró la pandemia, era frecuente encontrar en algunos comercios de la periferia carteles pegados en postes y árboles con “peluquero a domicilio”. Y si bien la práctica no estaba avalada por la Cámara que los nuclea, fue el recurso al que apelaron muchos peluqueros para sobrevivir en esos meses en los que no podían atender al público en las peluquerías. A fines de julio, los comercios del rubro retomaron la atención aunque bajo estrictos protocolos, que, implican mayores gastos para el sostenimiento de la actividad. Entre otras cuestiones prevé atención por turnos, la obligación de capacitar a la totalidad del personal brindando recomendaciones de fácil comprensión para su incorporación en la tarea cotidiana sobre higiene personal y grupal (lavado de manos, desenvolvimiento dentro del local), uso del equipo de protección personal (indumentaria, protección facial plástica, barbijo, guantes), distancia entre los trabajadores, y medidas preventivas.

 

 

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