Lecciones de la pandemia

Edición Impresa

Luciano Sanguinetti

Director del Observatorio de Calidad Educativa

Mientras escribo estas líneas comenzó la vacunación contra el COVID-19, lo que permite alguna esperanza de tener clases presenciales, después de meses de la experiencia más impensaba de nuestra historia educativa. Definida a partir de tres categorías: presencialidad mínima, semipresencialidad y presencialidad completa, las escuelas se preparan para abrir sus puertas. ¿Qué balance podemos hacer del proceso? Primero: la presencialidad es irremplazable, paradójicamente potenciada por la digitalización de las sociedades. Segundo: la centralidad de la escuela como tecnología socio-cultural. Por la escuela no sólo pasan aprendizajes, también una compleja trama de funciones organizadoras de la vida social. Los que alguna vez imaginaron que las máquinas podían reemplazarla están desaprobados. ¿Qué otra cosa nos dejó la pandemia? Las claras diferencias de acceso al conocimiento. Dos escuelas se vieron expuestas. La de las clases medias altas y la de los sectores populares. Tenemos que acortar esa distancia. Otro aprendizaje: Argentina entró de golpe en el mundo digital. ¿Estábamos preparados? No. ¿Podemos prepararnos? Sí. ¿Qué necesitamos? Poner en condiciones a todas las escuelas de la Provincia: infraestructura e inversión tecnológica. Revalorizar a los docentes y equipos directivos. Sin ellos, todo lo que se pudo salvar en la continuidad pedagógica, habría sido imposible; pero, además, serán claves en la recuperación de la presencialidad. En tercer lugar, ese 55 por ciento de niños y niñas pobres que deja la crisis socioeconómica post COVID-19. Para ellos la escuela es más que una oportunidad, es el único territorio de desarrollo en común que tienen.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE