Un Bond para cada estación: cómo cada agente 007 siguió la moda de su tiempo

Tras “Sin tiempo para morir”, actualmente en salas, Daniel Craig dejará de interpretar al espía al servicio de su majestad: el actor llevó al personaje al siglo XXI, pero cada intérprete que encarnó a la criatura de Ian Fleming le puso un sello propio y reflejó su época

Edición Impresa

Tras “Sin tiempo para morir”, estrenada hace dos semanas en salas locales, Daniel Craig dejará de ser James Bond, el mítico agente 007 creado por Ian Fleming en formato novelesco y con apariciones en la pantalla grande desde 1962.

Craig es apenas uno de los siete actores que han encarnado al espía con licencia para matar, pero ha dejado su marca: su Bond elegante pero letal, más rústico y físico que varios de sus sofisticados predecesores, fue el encargado de llevar la franquicia hacia el siglo XXI, alejándose de las versiones más caricaturizadas del personaje para acercarse a las nuevas tendencias del cine de acción, más realista, menos fantasioso, iniciadas por otro agente secreto, Jason Bourne.

Y claro: como sabe cualquiera, la moda espeja las transformaciones sociales de su época, y si bien Bond no puede perder nunca algunas de sus características definitorias (la elegancia, la virilidad, su afición por los martinis y las mujeres), cada época ha transformado a su imagen y semejanza al personaje, provocando la aparición de agentes 007 muy disímiles, incluso opuestos, en el cine.

Daniel Craig fue el séptimo actor en encarnar a James Bond. No está claro quién será su sucesor

 

Incluso, de hecho, en varias oportunidades el nuevo Bond fue construido en oposición a su antecesor, un intento de la franquicia por mantenerse actual y escuchar a la audiencia que a menudo le daba la espalda a algún Bond demasiado peleado con los tiempos: la franquicia estuvo varias veces cerca de naufragar, y la última vez fue rescatada por la versión de Craig, que la rescató del olvido y la actualizó no solo en términos de vestimenta sino temático: una historia sobre un superhombre que conquista y cosifica todo se transformó de forma casi subversiva en un agente sensible y conflictuado desafiado por personajes femeninos mucho más fuertes que en el resto de la saga.

Sean Connery

EL ORIGINAL ELEVÓ LA VARA

Y así debe ser: cada época tuvo su Bond, un agente 007 para su tiempo, aunque, afirma el coro mayoritario, ninguno podrá igualar nunca al primer Bond. Y eso que a Fleming no le gustaba para el rol: contratado en 1962 para ser protagonista de “Dr. No”, Sean Connery era un fisicoculturista escocés con poca experiencia actoral que se alejaba de la elegancia que había escrito el novelista a cambio de un Bond más rudo, un hombre de menos palabras, menos ocurrencias y más aristas afiladas, más promiscuo y letal que su contraparte literaria. Un Bond felino.

Aunque la producción fue en contra de los deseos de Fleming, no es que no estuvieran preocupados: en aquellos tiempos, al revés que hoy, querían darle más virilidad al personaje (de todas formas, ese Bond se asemeja a Craig en su fisicalidad mucho más que otros).

Pero Bond debía tener de todos modos las formas elegantes de todo Bond . Por eso, el director Terence Young llevó a Connery a su sastre, a su peluquero y a los restaurantes y casinos de Londres, para sacarle un poco lo escocés e inculcarle algo del gentleman inglés.

Para completar la construcción, el emblemático sastre inglés Anthony Sinclair fue el encargado de crear los looks para el Bond de Connery, aportando varios de los trajes de tres piezas más emblemáticos de la longeva saga cinematográfica.

UN BOND MÁS SOFISTICADO

Connery fue parte de las primeras seis cintas de Bond, y luego se retiró a buscar nuevos proyectos. Entonces aparecieron dos agentes más afines a lo imaginado por Fleming: la productora Eon, encargada de los filmes originales, eligió entonces a George Lazenby para ser su sucesor, pero en paralelo se armó una producción de “Casino Royale”, la primera novela de Fleming, sin la producción de Eon, con David Niven como protagonista.

David Niven

Fleming había señalado a Niven como la encarnación perfecta de Bond en 1962, y claro: era un Bond diferente, que tocaba Debussy en el piano y cultivaba rosas negras. El actor tenía, además, 56 años cuando encarnó al agente, y fue construido como un Bond al borde del retiro, con sus grandes aventuras en el pasado. Era el primer golpe de timón en la imagen de Bond: Niven fue criticado por no tener filo, y nunca volvió a la franquicia.

Dos años más tarde, Eon lanzaba su primera película de Bond post-Connery, “Al servicio secreto de Su Majestad”, la primera y única aparición de Lazenby en la franquicia: lacónico, sin humor, algo duro, en lugar de transmitir seguridad y elegancia, aparecía en la pantalla algo engreído. De todos modos, dejó algunos de los más emblemáticos looks del personaje: Dimi Major lo vistió con trajes más ajustados que los de Connery, diseñados para combinar elegancia y practicidad, y su imagen es por por eso más moderna que la de varios de sus sucesores.

George Lazenby

EL BON VIVANT

La aspereza de Lazenby fue reemplazada por otro giro de 180°: Roger Moore tenía la mirada y el porte de un encantador playboy internacional, un bon vivant que dio vuelo y glamour al personaje, como nunca había tenido en la pantalla. Con ese aire de elegancia, Moore también trajo algo de liviandad a un papel que había sido interpretado hasta entonces con seriedad. Incluso, en las últimas películas la capacidad de Moore de salir intacto de toda situación, por ridícula que fuera, lo ponían al filo de la autoparodia.

Roger Moore

Un anticipo de ciertos rasgos que aparecerían en los 90 con Pierce Brosnan, antecesor de Daniel Craig, y que volvían a empujar el péndulo Bond hacia el otro extremo: de la seriedad de Lazenby a las miradas cómplices de Moore, acompañadas por trajes más coloridos, una estética crecientemente pop que recuerda por momentos a la televisión de los 60. Muchos señalan que a aquel 007 le faltaba sustancia, gravedad pero Moore era un héroe de la vieja escuela. Llegó a siete filmes, y se retiró.

“Sin tiempo para morir”, la película número 25 de Bond, marca la despedida de Daniel Craig

 

Siguió, claro, un nuevo movimiento pendular: Timothy Dalton llegó para lavarle la cara a la franquicia tras algunos fracasos comerciales, y así se pasó del humorismo de Moore se pasó así a la seriedad de Dalton, un actor formado en el teatro clásico, que se tomó su papel en serio, leyó todas las novelas y convirtió a Bond en emblema de la elegancia y sobriedad inglesa, que mezclaba la mirada azulada con la frialdad emocional y el instinto despiadado de un asesino sin tiempo para la diversión y la indulgencia.

Timothy Dalton

Vestido por Kenzo y Stefano Ricci, a Dalton le diseñaron trajes elegantes pero realistas, algo sueltos para mayor comodidad en el espionaje, sobrios, sin agregados para un Bond que no quería ser cool. No le fue bien a este oscuro 007: en la era de “Indiana Jones” y “Arma Mortal”, Dalton asomó apocado, algo aburrido, y tras dos entradas en la saga, dejó su lugar.

Entonces llegó Brosnan, un Bond liviano y con “charme” para revivir las aventuras más cargadas de humor y ocurrencias. Brosnan también llevó a Bond al terreno del cine de acción y espectáculo, por lo que, si bien fue una especie de opuesto a Craig, ese caballero para tiempos modernos donde la Guerra Fría había terminado, y no había por qué seguir siendo tan serios, pavimentó de alguna manera el camino al agente 007 del siglo XXI. ¿Y ahora? ¿Cómo será el nuevo Bond? ¿Qué agente 007 pide este nuevo mundo?

Pierce Brosnan

Un espejo
Cada vez que la franquicia le dio la espalda a los tiempos, los números de la taquilla lo reflejaron. Por eso, finalmente, cada James Bond fue un espejo de su época, un reflejo de valores e inquietudes de su tiempo: como los vestidos, hubo un Bond para cada estación.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE