Muchos de los edificios de La Plata ya no son seguros

Otro edificio de la ciudad fue atacado por ladrones que ejecutan una modalidad con la precisión de un reloj suizo, o mejor, con la tranquilidad que les da saber que difícilmente los atrapen: en este caso robaron en dos departamentos de una zona con mucho movimiento.

El escenario fue una torre situada en 25 entre 57 y 58, donde los damnificados fueron los habitantes de dos departamentos de un mismo piso. Los hechos ocurrieron entre el mediodía del domingo y la tarde del lunes, cuando los inmuebles quedaron solos, lo que refuerza las sospechas de que -como ha ocurrido en otros casos-, los delincuentes tienen información previa sobre los movimientos de sus víctimas o que por lo menos hacen una vigilancia en los alrededores antes de actuar.

En esta oportunidad entraron y revolvieron todo en busca de dinero, joyas y objetos no demasiado grandes, para salir con ellos sin levantar sospechas.

En el barrio aseguraron a este diario que en la última semana algunos vecinos vieron en el edificio a una pareja que “hablaba con acento caribeño” y “nunca antes había estado en el lugar”.

Más allá de ese dato, nada se sabe. Por eso, van a revisar cámaras de seguridad de edificios cercanos para tratar de reconstruir los movimientos de los ladrones, en tanto la policía investiga la forma en que los intrusos lograron acceder a los departamentos.

Como este diario ha venido informando, la ola de robos en edificios incluye la rotura de aberturas con destornilladores o el acceso a través de inmuebles linderos o con la modalidad de “hombre araña”, pero no son pocos los casos en que los ladrones ingresan a las torres con un juego de llaves o porque alguien les abre la puerta creyéndolos operarios, deliverys o visitantes.

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Con cualquiera de esas maniobras llegan al hall de acceso, para dirigirse luego a los departamentos elegidos como blanco, porque están vacíos. ¿Cómo lo saben?

En general, porque antes tocaron el portero. Conseguir entrar no es fácil, por eso siempre buscan más de un objetivo y en pisos contiguos.

Luego suben por las escaleras (en general, operan entre el primer y el tercer nivel) y terminan la faena en las viviendas.

Esa metodología fue la utilizada el sábado último en al menos dos edificios del casco urbano, situados ambos a 10 cuadras de diferencia. Luciano fue una de las víctimas que estaba ausente al momento del hecho. Lo descubrió el domingo por la madrugada, cuando regresó al 2 “B” de 47 entre 18 y 19, después de su trabajo. “Vivo acá desde hace un año, pero sé que han robado en otras oportunidades. El barrio parece tranquilo”, aseguró.

En diálogo con este diario, el joven recordó que se retiró “antes de las 20” del día anterior y llegó “a eso de las 6”, sin notar nada raro. La puerta de entrada “estaba intacta y lo mismo la de mi casa”, recordó. La primera señal la recibió de un perfume tirado en el piso. La situación lo confundió porque Luciano recordaba haberlo dejado en su cuarto. Lo levantó y fue a guardarlo. “Cuando llegué a mi habitación vi que estaba toda la ropa arriba la cama, todo revuelto; y en la cocina el ventanal del balcón abierto”, detalló.

Por fortuna “no se llevaron mucho, una gorra y un reloj”, añadió. Esa misma noche probaron suerte en la unidad opuesta, pero “la chica que vive ahí escuchó los ruidos, gritó y los pudo ahuyentar”, manifestó. No lejos de allí ocurrió un episodio similar en 38 entre 17 y 18, donde cuatro delincuentes saquearon cuatro departamentos en menos de una hora.