VIDEO. Alejandro Fernández, ese héroe silencioso que salvó a decenas de vecinos
| 4 de Noviembre de 2021 | 08:32

La muerte de Alejandro Fernández, el mecánico encontrado sin vida en su taller de Camino General Belgrano entre 525 y 526, provocó una profunda conmoción no sólo en el barrio y entre sus vecinos, sino también en la Ciudad.
Durante esta jornada EL DIA recorrió los alrededores de la casa de Alejandro y quienes lo conocían, se mostraron muy consternados. "Él era muy solidario, si veía algo raro, siempre se cruzaba, preguntaba que pasaba, Era muy atento. Como vecina tengo recuerdos muy lindos, para nosotros era una seguridad, siempre consultaba si necesitábamos algo", sostuvo.
Asimismo también relató: "Ayer sentí que me iba a quedar más sola, creo que a todos nos ha impactado. Nunca tuvo líos, siempre trabajando, me daba una tranquilidad y sensación de buena persona. Ojalá se sepa que es lo que pasó, desgraciadamente no vimos nada, y nos enteramos cuando estaba acá la policía. Nos dio mucha tristeza", expresó.
Por su parte en redes sociales también muchos se hicieron un tiempo para dedicarle unas palabras y pedir justicia por el "mejor mecánico y vecino", como lo llamaron todos los vecinos que frecuentaba y que hoy lo lloran.
Solidario y de gran corazón: héroe silencioso que salvó a decenas de vecinos
Alejandro Fernández fue ese vecino que cuando la más cerrada oscuridad reinaba el 2 de abril de 2013, no paraba de llover y el agua subía y subía decidió sacar su bote y empezar a recorrer la zona, su zona, porque tenía la certeza que si donde él vivía (en 524 y 5) había unos 60 centímetros de agua, para el lado de calle 10 la situación seguramente era peor.
Eran cerca de las 20hs. cuando puso el gomón en el agua y arrancó, sin saber lo que sus ojos verían las siguientes horas. Porque fueron horas y horas, hasta la madrugada, en las que Fernández fue y vino tantas veces como pudo rescatando a vecinos que se encontraban atrapados en sus viviendas y llevándolos a su propia casa, donde su mujer y otros conocidos los esperaban con algo caliente y ropa seca.
Por momentos el bote no podía avanzar por la fuerza de la correntada. Por momentos veía que se le llenaba de agua por el peso al subir a más personas que la capacidad que tenía. Hubo un momento en que tuvo que arrojarse al agua para destrabar el motor que se había enredado con un cable, todo a oscuras, incluso sin hacer pie. Y hubo dos momentos en los que su vida estuvo en riesgo al tocar un caño y recibir dos descargas eléctricas. Pese a todo, Alejandro siguió yendo y viniendo.
No podía dejar a nadie de los que le pedían que los rescataran o que presuponía podía haber gente atrapada. Cuando se quedó sin combustible (usa mezcla, como las motos) no dudó en ponerle nafta y que el motor aguantara hasta donde pudiera. Pero ahí fue cuando aparecieron los chicos del barrio con sus motos y todos también hicieron su aporte.
Supo contar que una de las historias que más lo conmovió fue la de un hombre de contextura grande que no podía salir de su casa pero al que lo único que le importaba era que pusiera a salvo a sus hijos. Alejandro le dijo que esperara que regresaría con herramientas para desarmar la reja y así salir toda la familia. El hombre insistió en que era suficiente con poner a salvo a sus hijos. Pero él fue hasta su casa, buscó las herramientas y poco después caminaba por una pared de 15 centímetros con un bebé en brazos y luego con un pequeño. Había logrado poner a salvo a toda la familia.
También recordó a la pareja de personas adultas que encontró en lo más alto de su vehículo y con apenas unos 30 centímetros para que el agua llegara al techo del garage.
Aunque no los contó, cree que fueron no menos de 100 las personas a las que logró rescatar aquella noche, de las más oscuras de nuestra Ciudad. Pero que tuvo en Alejandro una luz que supo iluminar cuando todo era tristeza.
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