Sentado a la mesa de los cracks triperos

El martes Lucas Licht cumple 40 años. Y el 19 de agosto 20 años de su ingreso en lugar de Pomelo Castillo cuando el Viejo Timoteo creyó en ese zurdito de Berisso que jugaba casi como wing izquierdo. Griguol lo moldeó, al punto de hacerlo jugar como tercer defensor en una línea de tres que promediaba los 20 años con Fernando Zaniratto y Diego Herner. Casi se va (de hecho se fue y volvió) a Maccabi Netanya, donde había más misiles que fútbol. Lateral izquierdo con más juego que marca, Pedro Troglio lo puso como carrilero por izquierda y fue vital en el campañón de 2005/2006. Hizo el gol que salvó al Lobo del descenso y la promoción en el Clausura, se quedó con las ganas en el Apertura peleado mano a mano con el Boca de Basile. Getafe tras el primer semestre de 2006, la vuelta a Racing en buen nivel y pleno como el hincha pide, volvió a mitad de 2012 porque el Lobo estaba en la B y lo necesitaba. Tenía 31 años y ofertas mejores, cuando su entrañable madre que vacacionaba en Mardel iba al hotel donde Gimnasia hacía la pretemporada porque estaba ansiosa por la vuelta "y Bochi no me quiere contar nada". Volvió para ascender. Entero. Con experiencia. Fue vital en varias campañas y a veces se llevó críticas que no eran para él en estas década perdida en materia de clásicos. Y cuando parecía que estaba afuera, arregló los números para seguir, aún sabiendo que es la hora de Melluso. Para llegar a su sueño de jugar hasta los 40, de llegar a los 20 años en primera en Gimnasia, cosa que insólitamente se le negó a algunos jugadores también muy grandes.

Es que el Bochi se sienta a la mesa de los grandes de las últimas décadas. Es el único que le compite al Mellizo Guillermo en la belleza de los goles (a Ustari de 50 metros ante Independiente, chilena con All Boys, pared con Álvaro Fernández también en Avellaneda, la primera bomba ante Belgrano y el primero de hoy como caprichoso top five de gemas) y habla el mismo idioma del Beto Márcico, el Topo Sanguinetti, Mariano Messera, Chirola, Lucas Lobos, Pepe Albornoz y Nacho Fernández, el de la técnica y el talento. Seguramente hay algunas omisiones y el Pampa, el Tornado, Sava y alguno más juegan otra Liga, la prepotencia de las redes infladas. Ni mejor, ni peor. Distinta. Aunque siempre la estética del pase, el taco o la chilena tiene un lugar especial en el corazón de los futboleros criollos. Y como marcador de punta izquierdo, solamente el gran Gallego Rosl -y en menor medida el ratón Leonardi- podrán decirle algo en los últimos 60 años.

Tal vez para algunos hinchas el segundo ciclo se hizo demasiado extenso. Son ya casi 9 años y en los últimos tres perdió predicamento, dejó de ser indiscutido. Pero en la cuenta final, está todo pago: la memoria con el paso del tiempo dejará de ser selectiva y guardará los golazos, las grandes jugadas, la zurda siempre punzante, la elegancia del pase profundo y la precisión del pase cruzado. Pero además, será justa con un tipo que merece el respeto por el regreso en plenitud, para que los pibes se referencien en él, para devolver al Lobo a su lugar y pelear por mantenerlo y tratar de ir por más, cuando muchas veces la institución va desfasada con respecto al equipo. Por eso estos elogio. Y no es una elegía en forma de prosa: todavía Lucas  Licht tiene guardado un golazo más en el empeine zurdo. Felices 40 y felices casi 20, capitán.