Frente a sus abuelos, ladrones amenazaron con sacarle los ojos

Un hombre de 56 años, su esposa, de 63, y el nieto de ambos, de 21 años, padecieron en carne propia toda la violencia de dos delincuentes armados que, a temprana hora de la mañana del miércoles, protagonizaron una feroz entradera tras sorprender al dueño de casa ingresando en su propiedad de Los Hornos.

En esa vivienda de 145 entre 64 y 65, durante 55 minutos las víctimas fueron sometidas a un castigo físico que se tradujo en trompadas, patadas en el piso y culatazos en diversas partes del cuerpo.

Pero también, según expusieron, fueron amedrentados con torturas psicológicas.

Sobre esto último, Juan Raúl Moyano y su mujer Susana Díaz revelaron que los intrusos no sólo prometieron matarlos, “sino que a nuestro nieto Franco le pasaron una cuchilla por la cara mientras amenazaban con cortarle las orejas y hasta sacarle los ojos”.

Por fortuna los ladrones no concretaron ninguna de esas advertencias, aunque el terror persistió en las víctimas más allá de saber que fueron dichas para “meter miedo y convencernos de que les diéramos una cantidad de plata que no teníamos”, reflexionaron los dueños de casa.

“A USTEDES LOS VENDIERON”

Según Susana, los asaltantes “aseguraban tener el dato de que acá había 7.000 dólares, lo cual es falso. Pero uno de ellos me decía ´a vos te vendieron viejita´. Y nos hicieron sufrir cuando escuchamos la amenaza de que si en 20 minutos no encontraban esos supuestos 7.000 dólares, mataban a mi nieto y a mí”.

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Después de casi una hora de lanzar insultos, agresiones y amenazas, los asaltantes se convencieron de que el dato era falso y huyeron con 100 dólares del joven, poco más de 100 mil pesos de sus abuelos y alhajas de oro, entre ellas una alianza. De paso se llevaron las llaves de una camioneta Ford EcoSport de las víctimas.

AGAZAPADOS EN EL JARDÍN

La pesadilla para esta familia arrancó a las 7.10 de la mañana del miércoles, cuando Juan, que trabaja como remisero, decidió pasar un rato por su casa. “Estaba cerca, sin pasajeros y aproveché para venir a ver cómo estaba mi señora, porque el día anterior recibió la vacuna Sputnik y no se sentía bien”, comentó en un mano a mano con este diario.

A esa hora todavía no había amanecido, por lo que a los delincuentes, que tenían barbijos y uno de ellos una gorra con visera, no les costó permanecer escondidos en el jardín delantero de la propiedad, tras haber saltado un paredón lateral.

En el barrio hubo quien afirmó haberlos visto media hora antes de que concretaran la entradera, como al acecho, esperando para actuar en el momento oportuno. Y lo hicieron cuando el remisero abrió el portón de rejas del frente y caminó unos pocos pasos antes de entrar en la vivienda.

“Me encañonaron y me obligaron a meterme con ellos. Mi mujer y nuestro nieto Franco, que vive con nosotros, estaban justo desayunando”, recordó el hombre.

A su lado, Susana reveló que uno de los maleantes le dijo “vieja, no te quiero matar” y le besó una mano sobre la que inmediatamente después descargó un fuerte culatazo. “No entendíamos nada”, admitió la mujer aludiendo al cinismo demostrado por el ladrón.

En esos instantes de confusión y aturdimiento la mujer escuchó al mismo intruso advertirle, con tono imperativo, “si no te callas la boca vamos a tener que matarte”.

Es que la propia Susana comentó que “como a mi nieto lo llevaron a un dormitorio, lo pusieron de espaldas y le pegaban demasiado, les pedí que dejaran de golpearlo”.

No conformes con amenazarla verbalmente, los asaltantes también la agredieron físicamente. Le dieron culatazos en la boca, que le abrieron una herida en el labio superior, y trompadas en el cuero cabelludo.

A su marido, en tanto, lo tiraron al piso y le pegaron varias veces hasta fisurarle una costilla, sumó Juan, evidenciando en todo momento seguir muy dolorido pese a que -al igual que su mujer y su nieto- está con analgésicos y antiinflamatorios.

La pareja señaló que el paso de los delincuentes por su casa les dejó pérdidas económicas, secuelas físicas y un impresionante desorden: “Nos dieron vuelta la casa”, lamentaron.

PIDEN UN BOTÓN ANTIPÁNICO

El asalto, asimismo, les dejó otra consecuencia tan preocupante como lo antes enunciado: un profundo miedo. No es para menos, porque más allá del calvario que sufrió esta familia durante casi una hora en su propio hogar, retumba todavía en sus cabezas una promesa que les lanzaron los intrusos justo antes de huir, como una suerte de despedida: “Vamos a volver”.

Por eso, las víctimas reclamaron que las autoridades “los detengan pronto” o que, por lo menos, les entreguen a ellas “un botón antipánico”. Por lo pronto, las cámaras de seguridad del barrio los registraron. ¿Los investigadores los atraparán?