Deben estar en condiciones de brindar clases todos los edificios escolares
Edición Impresa | 23 de Julio de 2021 | 02:27

La falta de agua que jaquea la prestación educativa en tres escuelas de nuestra ciudad –la secundaria Nº 49 de Altos de San Lorenzo, el jardín Nº 972 y la escuela primaria N° 72, con un total son de 700 alumnos de los tres niveles que, desde 2019, sufrieron reiteradas suspensiones de clases por ese mismo motivo- vuelve a exponer con crudeza las graves dificultades que causa en nuestra zona el mal estado edilicio o las fallas funcionales que sufren numerosos establecimientos educativos.
En el informe detallado ayer integrantes del plantel docente señalaron que fueron numerosos los reclamos planteados para lograr que pudieran llenarse los tanques de agua de las escuelas y lograr, así, que las clases no tuvieran que suspenderse en los tres establecimientos ubicados en el mismo predio, por el hecho de que de las canillas no sale una gota de agua. Aseguraron que en su oportunidad se realizaron las obras necesarias, se colocaron dos cisternas, pero que sigue la falta de presión y que, en esas condiciones, no se pueden abrir las aulas.
Precisaron que desde septiembre de 2019 debieron suspenderse muchos días de clase por ese motivo y añadieron que, además, durante el período de la pandemia, los tres establecimientos educativos sufrieron unos veinte actos de vandalismo, en los que fueron robados los tanques de agua y otros elementos, repuestos y reparados por posteriores intervenciones de la dirección de Escuelas que concretó diversas obras.
En la ejecución de esos trabajos, se colocaron dos cisternas de mil litros cada una y una bomba para impulsar el agua hacia esos sitios de almacenamiento. Sin embargo, se remarcó, la presión es “bajísima” y, en oportunidades, inexistente. Es por eso que a mediodía, precisaron, la escuelas se quedan sin una gota del agua que pudo colectar por la noche. A raíz de ello, dijeron, un centenar de padres presentó el viernes pasado un petitorio a ABSA.
Bien se conoce que la crisis que sufren los edificios escolares viene de muchos años atrás y que esa deuda histórica se intensificó durante la pandemia, tal como lo determinaron informes oficiales. Después de un año con edificios prácticamente cerrados, la vuelta a clases presenciales el 1 de marzo pasado –con interrupciones y retornos graduales posteriores- dejó expuesta una situación crítica. De todos modos, vale insistir en que el deterioro edilicio y las obras que están endémicamente pendientes en algunos de los 360 edificios escolares en La Plata corresponden a muchas de las sucesivas gestiones y administraciones de la Provincia. Una referencia que debiera preocupar aún más.
Derrumbes parciales o totales de cielorrasos, goteras, problemas estructurales, baños que no funcionan, ventanas con falta de vidrios, patios con obras inconclusas, mobiliarios rotos, jardines no atendidos y con necesidad de desmalezamientos, calefones o cocinas que demandan reparaciones. A esas fallas esenciales se sumaron, como en el caso primero del Normal 1 y ahora de los tres establecimientos de Altos de San Lorenzo los problemas con el agua.
Sin dejar de valorar los aportes comunitarios siempre presentes a la hora de respaldar a las escuelas públicas, lo que está fuera de dudas es que la responsabilidad por el debido mantenimiento de los edificios le corresponde al Estado. Y ahora, además, aprovechando el receso invernal, sería perentorio que todas las escuelas se encuentren en condiciones de garantizar el dictado de ciclos lectivos presenciales.
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