Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Toda la semana |NO TIENEN PODER Y NI LLEGARÁN AL TRONO, PERO SE APOYAN EN LOS ANTEPASADOS

Realeza: volver al pasado para garantizar el futuro

La boda (casi) real del año estuvo protagonizada por príncipes que no son príncipes en el país más republicano de Europa. Las casas reales no reinantes mantienen el orgullo dinástico

Realeza: volver al pasado para garantizar el futuro

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

30 de Octubre de 2022 | 08:52
Edición impresa

Cada tanto tenemos noticias de esos parientes lejanos a los que raramente invitamos a los cumpleaños pero siempre están de punta en blanco cuando vienen a las bodas y nunca nos dejan solos en los funerales. Esos son, en la realeza, los miembros de las casas reales no reinantes con quienes los reyes y reinas gobernantes tienen lazos de sangre muy fuertes y algunas anécdotas infantiles compartidas. En la mayoría de los casos sus ancestros estuvieron firmes en el trono hasta la segunda mitad del siglo XIX en que comenzó su poder a decaer.

En las últimas semanas vimos como los actores “principales” de las monarquías europeas participaron de importantes actos (Felipe y Letizia visitaron Alemania, los reyes de los Países Bajos fueron recibidos por los reyes suecos, Guillermo y Estefanía de Luxemburgo anunciaron que van a ser padres y Carlos III está aprendiendo a ser rey de Inglaterra) pero los actores “secundarios” no se han quedado atrás. Bodas y nacimientos los han puesto en el centro de la escena.

Nos referimos al casamiento de Joaquín de Murat, príncipe de Pontecorvo, con Yasmine Briki que tuvo lugar el pasado 22 de octubre en San Luis de los Inválidos, en pleno corazón de París. Destaquemos también que quien ofició de padrino fue el príncipe Juan Cristóbal Napoleón, uno de los tres pretendientes actuales al trono de Francia.

El casamiento de Joaquín de Murat y Yasmine Briki / Instagram @princleka

A los lectores poco le dirán estos nombres pero son casi la confirmación de que el tiempo tiene algo de circular. Porque hace 222 años el poderoso ancestro de Juan Cristóbal, Napoleón Bonaparte, apadrinaba la boda de su hermana menor, Carolina, con el tataratatara abuelo de Joaquín, el mariscal del ejército Joaquín Murat.

La boda del sábado fue espectacular, con varios días de festejos, tiaras, trajes y mucha simbología pero antes vale la pena conocer las luces y las sombras de aquel Murat nacido en 1767 en el seno de una humilde familia de un pueblo del sur de Francia que hoy lleva su nombre.

El joven Joaquín había participado en la Revolución Francesa y luego se había enlistado en el ejército. Los que rescatan su figura dicen que era valiente, ambicioso e inteligente. Así lo vio Napoleón Bonaparte quien lo eligió para que lo acompañara en sus campañas a Egipto, Siria e Italia como su mariscal de campo. También era un hombre orgulloso de su apariencia, pulcro y elegante y eso fue lo que vio la hermana de Napoleón quien se enamoró perdidamente de él a pesar de la oposición de su hermano. Y es que por más que el hombre fuera un excelente militar, el emperador sabía que el muchacho andaba de damisela en damisela y que incluso había visitado la cama de su propia esposa. Finalmente se casaron y se “cuernearon” mutuamente toda la vida pero ya no como plebeyos porque él había sido nombrado príncipe de Francia y se le había otorgado el ducado de Berg, un sencillo ducado que a la pareja le supo a poco.

La oportunidad de ser “algo más” apareció cuando Napoleón lo mandó a invadir la Península Ibérica. Y aquí es cuando recurrimos a las palabras de Lewis Goldsmith, cronista del siglo XIX: “El diccionario biográfico de la Revolución Francesa no es capaz de presentar un monstruo más sanguinario, más cruel, más avaro , más insolente y orgulloso que este Murat”. Y de eso pueden dar fe los españoles.

Boda del príncipe Juan Cristóbal Napoleón y Olimpia en 2019 / Instagram

Napoleón tenía firmes intenciones de alzarse con el trono de España y lo manda a Murat a invadir Madrid, algo que logra sin dificultad dado la poca preparación del ejército español y la debilidad del rey Carlos IV y de su hijo y heredero quienes, además, estaban deslumbrados por Bonaparte. Pero un grupo de ciudadanos no estaba tan conforme con la invasión y se sublevaron. Murat no solo los reprimió salvajemente por las calles de Madrid sino que mandó a matarlos. El episodio se conoce como “El fusilamiento del dos de mayo de 1808” y la escena fue inmortalizada en las pinturas de Goya que pueden hoy verse en las paredes del Museo del Prado y que constituyen las más valiosas obras maestras del arte universal.

 

Estuvieron firmes en el trono hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando su poder fue en declive

 

Murat pensó, equivocadamente, que cuanto más expeditivo fuera en socavar el levantamiento, más posibilidades tenía que Napoleón lo nombrara rey de Francia. Pero el emperador prefirió poner a su hermano, José Bonaparte, un hombre más manipulable. A su cuñado lo nombró rey de Nápoles, un destino menos poderoso pero tampoco desdeñable.

Imágenes de la boda de los príncipes de Murat / Instagram @princleka

Precisamente José I Bonaparte fue el rey que desconocieron como tal los patriotas del virreinato del Río de la Plata que en 1810 crearon la Primera Junta de Gobierno. Fue un rey débil, más ocupado y preocupado por sus numerosas amantes y que no supo evitar ni responder a los movimientos revolucionarios de las colonias. Nunca sabremos qué hubiera pasado en estos pagos si el rey hubiera sido el temible Joaquín Murat.

Por siete años brillaron Joaquín y Carolina como reyes de Nápoles y no soltaron la corona ni siquiera cuando Napoleón Bonaparte se los pidió. Lo traicionaron en sus peores horas, olvidando que todo le debían. Pensaron que traicionando a Napoleón, podían congraciarse con los italianos pero no les sirvió de nada y Murat, luego de la caída del Imperio, fue sentenciado a muerte.

A esta altura podríamos decir que no lo quería nadie pero la historia le dio revancha. Fue tal su gallardía en el paredón de fusilamiento que su imagen mejoró a tal punto que su nombre figura en las paredes del Arco de Triunfo entre los grandes héroes de Francia. La mañana en que iba a ser fusilado se vistió con su mejor uniforme, pidió que no le vendaran los ojos y se jactó de no temerle a la muerte. Vanidoso y arrogante le dijo a su verdugo: “Respetad mi rostro. Apuntad a mi corazón”. Ese día nació la leyenda y también una nueva dinastía: la de los Murat que sigue hasta hoy reivindicando sus títulos.

El actual jefe de la dinastía se llama Joaquín como su padre, su abuelo, su bisabuelo y su hijo que es quien se casó la semana pasada. Es el 8vo príncipe de Murat, un gran coleccionista de arte y muy involucrado en las asociaciones que enaltecen la figura de Napoleón Bonaparte.

Su hijo fue durante años uno de los solteros de oro de la aristocracia hasta que en 2021, con 48 años, se casó por civil con Yasmine Briki, de 39, descendiente de un príncipe árabe de los tantos que hay en Medio Oriente. Yasmine nació en Argelia y se formó en la Universidad de la Sorbona; se define como amante de la historia e ilustradora. Ese mismo año nació el primer hijo de la pareja a quien llamaron, obviamente, Joaquín. Por la pandemia tuvieron que retrasar la ceremonia religiosa de la boda, que se celebró el sábado 22 de este mes y que recibió la bendición del papa Francisco.

 

Los actores “principales” estuvieron en actos, y los “secundarios” no se quedaron atrás

 

Los festejos del casamiento comenzaron el jueves con una gran cena de gala en la que la novia lució tres vestidos diferentes a cual más suntuoso. Uno blanco con transparencias y otro celeste con corte princesa de Disney; el tercero fue un traje típico argelino con encaje y perlas. Cada outfit fue acompañado por una tiara diferente. Ninguna princesa, ni las más rimbombantes, se han atrevido nunca a semejante variación de ropa y joyas en su prewedding.

El diseñador elegido para el traje de novia fue el afamado Hervé Moreau. Estaba realizado en seda, con escote corazón, pequeñas mangas caídas y una amplia falda. El diseño se completaba con una cola que medía 3 metros y 8 centímetros en homenaje a su hijo que nació el 3 de agosto. Hizo bien en darle semejante entidad al niño ya que representa la continuidad de la dinastía Murat que se extinguiría si faltara un heredero varón. La cola también tenía bordada la letra Y (de Yasmine) coronada como una especie de monograma de la nueva princesa de Murat.

La novia, además, llevó en la cabeza una tiara diseñada por ella misma. Tenía una hilera de perlas en forma de pera, y una hilera de diamantes que formaban en el frente la M de Murat. En el medio se lucía una esmeralda, regalo de su esposo.

La tiara, diseñada por la novia

De tanto oropel fueron espectadores los asistentes a la boda entre los que se encontraban testas no coronadas de Europa y miembros de familias antiguamente reinantes. Papel fundamental, como ya dijimos, tuvo el príncipe Juan Cristóbal Napoleón quien se casó hace exactamente tres años con Olimpia de Arco-Zinneberg. Y si alguna duda tenemos que en la realeza la historia se repite digamos Olimpia es bisnieta de Carlos, el último emperador de Austria. Una vez más la casa francesa y la corte de Viena se unen a través del matrimonio. El antecedente data de 1810 cuando Napoleón Bonaparte desposó a princesa María Luisa de Habsburgo y la convirtió en emperatriz de Francia.

También en la boda estuvo presente el príncipe Leka, pretendiente al trono de Albania, el heredero del inexistente trono de Egipto, el príncipe Carlos de Borbón Parma, algunos príncipes Orleans, la hija del último rey de Italia y una princesa eslava. Solo faltaron a la cita de los exreinantes , los príncipes de Rusia, Jorge y Rebeca Romanoff que acaban de ser padres.

Francia, a pesar de ser un país profundamente republicano, ha sido escenario y testigo de la boda real más fastuosa del año. Es cierto que estas casas reales no reinantes viven en una especie de limbo dinástico pero es asombroso como trabajan para mantener encendida la llama de las tradiciones familiares y que no se olviden glorias pasadas. Veremos si lo logran y hasta cuándo.

Jorge de Rusia y su esposa / Instagram

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$650/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6100

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$500/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3950

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$500.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $3950.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla