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Un clásico que está por cumplir medio siglo: llega el calor y falta el agua

Un clásico que está por cumplir medio siglo: llega el calor y falta el agua

Opinión Editorial

29 de Noviembre de 2022 | 02:15
Edición impresa

Hace pocas jornadas esta columna trató sobre el tema de la llegada de las jornadas de calor a la Ciudad y de la inmediata falta total de agua corriente que se registró en distintos barrios y localidades platenses. Se trata de una suerte de combinación -la de la llegada del calor y la falta de agua- tan automática como inexplicable.

Un panorama que, pese al transcurso del tiempo, no sólo no se revierte, sino que se agrava de la mano de políticas de desinversión y, también, de la permanente facilidad para la creación de asentamientos de viviendas en lugares cada día más lejanos, entre otras graves fallas que incluyen el escaso mantenimiento de las redes sobrecargadas y la obsolescencia del sistema.

El distrito platense padeció ayer el fenómeno de las canillas secas tanto en el casco urbano, como en los barrios y localidades de la periferia. El informe reflejado en este diario resultó elocuente: en medio de temperaturas que llegaron a los 34 grados surgieron reclamos de vecinos de distintas zonas por la falta de agua o la escasa presión en sus viviendas.

Ocurrió en diversas partes de Hernández y City Bell, en barrios del casco histórico, en lugares de la zona Norte cercanos a la entrada de la Ciudad, en Los Hornos, en Villa Elvira, en donde además a muchos frentistas les resultó muy difícil, o ciertamente no lo consiguieron, obtener algún informe por parte de la empresa prestadora del servicio.

Finalmente, en las últimas horas de ayer, desde Absa se ofreció un comunicado que dijo lo siguiente: “Debido al elevado consumo de agua que se registra, producto de las altas temperaturas en gran parte de la provincia de Buenos Aires, resulta imperioso extremar el cuidado del agua, priorizando instancias de hidratación”, comenzó diciendo la empresa prestataria. No fue una explicación técnica, sino un consejo.

Y agregó: “Si bien la totalidad de las instancias que componen el servicio de agua potable se encuentran funcionando en su totalidad, puede que se resienta el servicio en algunos sectores de las distintas localidades en las que se presta el servicio”.

Si tales conceptos se traducen a la práctica, esto significa que la empresa reconoce no contar con oferta suficiente, cuando aumenta la demanda. Es lo que no sucede jamás en una economía sana y competitiva, ya que ocurre lo contrario: la oferta siempre está atenta y rápida para atender a una eventual mayor demanda. Y aquí, no resulta difícil ni demasiado imaginativo suponer que cuando hay más calor, habrá más demanda de agua.

En cambio, ya que se habla de estaciones climáticas -que son habitualmente rigurosas en sus ciclos y, por consiguiente, previsibles- cuando llega el invierno la gente necesitará contar con más gas para sus domicilios. Pero también es común que falte presión de gas cuando el frío aumenta.

Tal como se ha dicho tantas veces en esta columna, se trata de una historia que se reitera, sin matices, año tras año.

Una somera revisión de los testimonios vecinales y de las crónicas permite comprobar que la escasez de agua se presenta -desde hace más de cuatro décadas y aún más- sin que en ese lapso se haya logrado poner en valor la planta de captación de agua en Punta Lara, las redes de pozos extractores y las cañerías de distribución domiciliaria.

Pasan los años, se suceden las administraciones, las promesas de obras se reiteran y lo único comprobado es que el agua sigue faltando. Las inversiones presupuestarias reflejan lo mismo que el servicio: son insuficientes, nunca alcanzan, sólo sirven para poner un parche y no para normalizar el suministro en todo el año.

Se sigue en un proceso de desinversiones que ha sido muy prolongado, en cuyo transcurso muchos especialistas señalaron lo negativo de esa política y fueron advirtiendo, sin ser escuchados, que a la corta o a la larga desembocaría en fallas estructurales de todo el sistema de captación, depuración y distribución del agua domiciliaria en La Plata, Berisso y Ensenada.

Sin embargo, esa razón no justifica las penurias que deben seguir enfrentando los clientes de la empresa, que está obligada a volcar los recursos que hagan falta para revertir las deficiencias estructurales y ofrecer un suministro continuo y suficiente durante los doce meses del año.

 

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